miércoles, 27 de agosto de 2014

La 'pedagogía moderna' del estado educador


Por Alberto Mansueti
Miércoles,  27 de Agosto, 2014
Qué es un “analfabeto funcional”? Es alguien que puede leer pero no captar el sentido de lo que lee; que puede escribir pero sin ortografía y con redacción inentendible; cuyo registro de vocablos y conceptos es muy reducido, y nula su competencia para el razonamiento abstracto; tampoco sabe expresarse muy bien, e ignora muchas cosas acerca de sociedad, economía, historia y política, pero sin embargo opina. Y como si fuera poco, a veces, entre sus 30 y 40 años de edad, parece negarse a madurar: es “adultescente”, entre adulto y adolescente crónico.

Es el resultado de la educación controlada por el Estado; gente que todo lo espera del “Gran Gobierno”, y vota por candidatos que se lo prometen.
Solución: en EEUU, hay 1 millón 770 mil niños en edad escolar que no van a la escuela este año, porque sus padres no quieren eso para ellos. Estos niños reciben en casa una educación mucho mejor, esmerada y de calidad, a cargo de maestros “charter” elegidos por sus padres, en grupos dentro del mismo vecindario. Cada año crece la cifra de “homeschoolers”: 850 mil en 1999; 1.1 millones en 2003; 1.5 en 2007; 1.7 en 2011, según la HSLDA Home School Legal Defense Association, y cifras del Departamento de Estadística Escolar de la Secretaría de Educación. (Puedes buscar en Google infinidad de materiales, grupos de apoyo e información sobre “educación escolar en casa”).

Al Gobierno no le gusta mucho esta tendencia, pero si cada vez más padres no quieren enviar sus niños a la escuela, o los retiran para aprender en casa, porque la “educación” controlada por el Estado es cada vez peor, ¿qué puede hacer el Gobierno? Los 1.770.000 niños son el 3.4% de población en edad escolar, y la cifra se ha duplicado desde 1999, cuando la HSLDA comenzó el registro. En cinco años, de 2007 a 2013, el movimiento homeschooling creció un 17% en EEUU.

¿Y en todo el mundo? Las cifras actualizadas son difíciles de conseguir en algunos países, sobre todo donde educar en casa aún es ilegal, o al menos no totalmente legal; pero la tendencia (¿o el movimiento?) crece en Australia, Canadá, Francia, Alemania, México, Sudáfrica, el Reino Unido, España y Japón. El Dr. Brian Ray, Presidente del NHERI (National Home Education Research Institute) en su libro Worldwide Guide to Homeschooling de 2005, estimó de 50.000 a 95.000 niños en Canadá para el año escolar 2000-2001; en Australia estaban entre 35.000 y 55.000; y en Alemania entre 500 y 600.000. Las cifras para Inglaterra y Gales variaban de 13.000 a 50.000. En España se calcula entre 2.000 y 4.000 familias.
¿Qué rechazan esos padres? Principalmente las teorías pedagógicas “modernas” y “progresistas”, en curso desde mediados del s. XX, cuyo pésimo resultado hoy sufrimos. La Dra. Inger Enkvist, educadora sueca, investiga y cuestiona el error de la “Educación centrada en el alumno”. Dice que la educación debe centrarse no en el alumno sino en los conocimientos, los cuales deben ser trasmitidos al alumno, de modo organizado y estructurado, por un docente capacitado para hacerlo. Eso es enseñar.

Pero hace tiempo eso no se hace en las escuelas bajo control de los Gobiernos, que emplean unos métodos muy defectuosos, que pretenden incentivar y desarrollar la “independencia” o autonomía del pequeño para aprender. Los burócratas del Ministerio de Educación nos dicen que “más que transmitir conocimientos, educar es enseñar a pensar por sí mismo y a investigar”. Y hacen a un lado al profesor, cada vez menos capacitado, y quitan relieve a la relación entre alumno y docente.

“Que el estudiante experimente por sí mismo” es una mala idea, dice la Dra. Enkvist: el alumno tendría que pasar por sí solo por todo el desarrollo intelectual y científico de la humanidad entera, para repetirlo por su cuenta. Un disparate. Se quiere que el alumno pueda encontrar el saber de modo “espontáneo”, movido por su “curiosidad natural”. Pero así en realidad se dedica a tareas muy mecánicas, únicas que puede hacer sin la asistencia del profesor. Y esto va en detrimento de su desarrollo.

En todos los países los políticos estatistas regalan una computadora a cada estudiante “a fin de preparar al alumno para el mercado laboral”, dicen, brindando así una “ventaja competitiva al país en la economía”. Al alumno se le pone solo frente al computador, a buscar en Internet, en vez de ayudarse con un buen manual, escrito por un especialista, y con clases estructuradas, y apuntes de las clases dictadas por el docente. La clase magistral está satanizada. Se supone que el aprendiente va a encontrar material sobre algo que no conoce ni sabe todavía, asumiendo que todo alumno sin preparación alguna, sin madurez ni disciplina, es como un autor de manual en potencia.

Otra mala idea: se le dice al niño, y a los padres y maestros, que aprender debe ser divertido, no debe costar esfuerzo. Si hay que poner esfuerzo, entonces no sirve, algo está mal. Esto lleva a un “infantilismo permanente”: al chico se le invita a estar siempre jugando, “conectado con sus sentimientos”, para “elevar su autoestima” y por tanto “satisfecho consigo mismo”. La insistencia en lo fácil, lo lúdico, lo placentero, lo hedonista, son otras manías negativas para el desarrollo intelectual del joven. Hay también la idea de una falsa “libertad de elegir”. De la premisa “el estudiante es el centro de la educación”, se deduce que siempre debe poder elegir si quiere o no hacer tarea escolar, cuál tarea, cómo, dónde, y escoger de qué manera. Pero el alumno no está capacitado para tomar todas esas decisiones, al menos por sí solo, sin ayuda de un ductor.

Otra moda horrorosa es el rechazo al uso de la memoria, y a la chance de que el maestro presente un sector del conocimiento de manera estructurada y sistemática, para que el alumno lo anote, lo asimile y entienda, se lo grabe y lo repita. Se considera esto un atentado a la creatividad y a la imaginación. Esto es aceptar e incentivar la fragmentación. Todo se queda en unas piezas de conocimiento dispersas. Al alumno no se le pide que estructure, que desarrolle una idea en forma coherente, que repase. Mucho menos que use su memoria, facultad satanizada en la “Nueva Pedagogía”. De esta manera no hay retentiva, tampoco hay estructura: todo queda disperso, y se agota en el mismo instante.
Tras este enfoque está la idea romántica del ser humano y su “naturaleza buena”, procedente de J.J. Rousseau. La idea es que las personas son buenas en sí mismas, y se estropean por culpa de la formación impartida por los maestros que son “represivos”; o sea, por culpa de la cultura. Se piensa que solo dejando en paz al niño o al joven, podrá desarrollarse por sí mismo, de manera “natural”, llevado por su “curiosidad innata”, y ser una persona más creativa. Sin sujetarse a una formación controlada o supervisada por un enseñante competente.

¿Y cuál es el remedio? Pues el retorno a la educación clásica, el camino emprendido por la mayoría de los padres homeschoolers en EEUU. y en todo el mundo. ¡Te espero la semana que viene si Dios quiere!

martes, 26 de agosto de 2014

Respondiendo preguntas difíciles sobre la Reconstrucción Cristiana

By Martin G. Selbrede

1. Hay mucho debate sobre el tipo de sociedad que los Reconstruccionistas están buscando construir. Dada su posición dentro del movimiento de Reconstrucción Cristiana (RC), quizás usted nos pueda dar una declaración definitiva de lo que es eso. Permítame preguntarle de esta manera: si los de la RC lograran todo lo que se proponen, si pudieran diseñar el futuro para alcanzar sus metas, ¿cómo ve usted exactamente qué es lo que van a lograr y cómo lo van a lograr?
En la cima del sistema de valores de una cultura está el dios de esa cultura. En las sociedades humanistas el Estado asume ese papel fundamental, de acuerdo con la afirmación de Hegel de que el Estado es Dios caminando sobre la tierra. El dios de una sociedad es la fuente de la ley para esa socieda. Toda la sociedad es entonces ordenada alrededor de las prerrogativas de ese dios, y las instituciones se conforman para facilitar y agilizar la agenda del Estado. La tendencia científica moderna que se le ha dado a este proceso invariablemente propugna la expansión del poder del Estado, como se evidencia en el agudo interés en la ingeniería social en términos de los objetivos del Estado. Este resultado es el que prevalece, porque la idea abstracta de que “el hombre tiene que lograr el control del hombre” no puede evitar materializarse como “un hombre tiene que lograr el control de otro hombre”. Donde florece el estatismo, el énfasis está en el poder. La incapacidad del Estado de alcanzar sus objetivos se achaca a un poder insuficiente y se dice que una capacidad y un poder suficientes pueden asegurar las metas deseadas. Los Estados tienden a enseñar la zanahoria de una visión utópica para justificar esgrimir un garrote más grande, y un pueblo suficientemente acondicionado a pensar con categorías institucionales se acostumbrará a esta situación y la considerará normal.
Los que busca la Reconstrucción Cristiana es liberar a la gente de la idea del Estado moderno de poder. Eso no significa que queremos liberar a la gente del Estado en sí: la RC se opone a la anarquía y ha advertido repetidamente contra el llamado a bajar la guardia.
¿Cómo se libera a la gente de la idea del Estado moderno de poder? Uno no puede luchar contra algo con nada; se necesita algo (o Alguien) más grande que el Estado de poder, alrededor de lo cual toda la sociedad sería ordenada y regulada. Uno necesita una idea más grande que el Estado de poder; un contendiente menor posiblemente no prevalecería. Los Estados de poder parecen invencibles y monolíticos. El evangelicalismo moderno de peso mosca no es contrincante para el Estado de poder: por lo general se acobarda ante las continuas amenazas de quitarle las exenciones de impuestos, si se atreve a soñar siquiera con calentar los músculos desde el púlpito con respecto al coraje moral.
El Dios de los evangélicos actuales está comprimido en una cajita demasiado pequeña para hacerle ningún tipo de competencia a la idea de un Estado moderno de poder. Amarrado dentro de esa caja, el Dios de los evangélicos no es rival para el Estado de poder: la sujeción de ese Dios mantiene al Estado de poder en el centro de todo cuando la gente piensa en “el poder”. Por eso, cuando en nuestro país la gente piensa en “el poder”, piensan en Washington, D. C.
¿Qué tipo de poder puede inspirar un Dios ausente? No es de extrañar que los cristianos sean objeto de una explotación política permanente: han dominado la teología de la alfombra. Han sido víctimas de los cantos de sirena de los políticos, y por tanto aprueban implícitamente el punto de vista del Estado de que el poder estatal es el poder supremo en la sociedad. Dejemos que empiece la manipulación de los votantes cristianos.
Pero su engaño comienza mucho antes, en la secuencia de sus pensamientos: han cambiado de dios sin darse cuenta. Una evidencia de esto es la facilidad con que la mayoría de los cristianos ejercen su “fe” el domingo por la mañana y viven el resto de sus vidas como si Dios fuera el Gran Mudo Cósmico.
La Reconstrucción Cristiana busca despertar a los hombres, mujeres y niños de fe para que recuperen su supremo llamamiento bajo las alas de un Dios Todopoderoso cuyas palabras son más sólidas que el mismo universo. Se ha hablado mucho de “despertar al gigante dormido del cristianismo americano”, pero este volverá a apretar el botón de “siesta” si no reconoce a Dios como Dios y a la Palabra de Dios como definitoria. Los cristianos se acostumbran al status quo humanista a causa de conceptos deficientes de Dios y Su Palabra. Dios y Su Palabra están subordinados al Estado.
Un triste ejemplo de esto es el hábito cristiano de diezmar del ingreso neto, después de pagar los impuestos: el Estado se lleva las primicias, mientras que Dios es el segundo en la línea. Pocos cristianos diezman de su ingreso bruto, dándole a Dios las primicias (Proverbios 3:9). Su chequera y la del Estado a menudo van primero. La pobreza se erradicaría si los cristianos obedecieran lo relativo al diezmo del pobre que aparece en la Biblia (Deuteronomio 14:28-29) pero su falta de obediencia ha provocado la expansión del Estado para suplir esta necesidad social, que es muy real. En otras palabras, la desobediencia de los cristianos ha alimentado el crecimiento del Estado de poder a expensas del impacto de Dios en la sociedad. El letargo y la falta de fe de los cristianos bajo el manto de “jugar a la iglesia” ha enviado el siguiente mensaje a nuestra sociedad: este Dios no tiene importancia dentro del estado general de cosas. En el mejor de los casos, es un amigo cósmico, un APD (Asistente Personal Divino).
Sin embargo, restaurar a Dios como Dios en el pensamiento de los cristianos, y la idea del Estado de poder, que está tan activa en las mentes de los hombres, se enfrentarán a su primera competencia real. Dios no ha permanecido en silencio en cuanto a Sus ideas sobre el Estado de poder, que busca desplazarlo y demoverlo como fuerza definitiva de poder en una sociedad. Cuando los cristianos absorban todo el peso y la fuerza de lo que la Biblia, la Palabra de Dios, tiene que decir, se paralizará toda la dinámica que ha conducido a décadas de resignación a las normas humanistas (normas estadísticas, y no normas éticas, le recuerdo). Los medios que se empleen sí son importantes. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor todopoderoso” (Zacarías 4:6). Los cristianos no tienen que esgrimir armas carnales (mundanas) sino espirituales, que derribarán fortalezas mentales que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Cor. 10:4–5).
Mientras que los hombres por lo general pueden hacer vacías las palabras de otros hombres, Dios dice algo bastante profundo sobre Sus palabras: nunca retornarán vacías a Él (Isa. 55:11). Es Su Palabra lo principal, lo único que puede resistir las furias de los imperios, reyes, emperadores y dictadores, las componendas políticas y los motines de las naciones (Salmo 2). Las sociedades por lo general construyen sobre la arena y luego no sobreviven cuando los vientos soplan contra ellas (Mateo 7:24-27). La RC sostiene la gran promesa de construir una sociedad sobre la roca y no sobre la arena movediza del humanismo estatista. Pero todas esa construcción debe ser bajo Sus condiciones, porque Él ha dejado claro que unos medios malvados hacen que el fin sea malvado. Para Dios, el fin nunca justifica los medios. Es un Dios para el cual la justicia de procedimiento no es negociable, lo cual veremos en la segunda pregunta planteada.
Jesús dice: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” Mateo 10:28). Jesús nos está alertando contra las prioridades torcidas, contra un estimado erróneo de la autoridad relativa de los hombres frente a la autoridad de Dios.“Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” advierte Jeremías (Jer. 17:5). El humanismo, que se considera ennoblecedor y libertador, se eriza ante cualquier menoscabo de la auntoridad y dignidad del hombre como se refleja aquí. Que el Dios de la Biblia acuse al Estado de poder como un falso dios es doblemente vejaminoso para los humanistas resentidos: nadie quiere que su dios sea cuestionado, mucho menos derrocado, en especial si uno tiene intereses en el poder que ese dios particular le pone en las manos. Los dos bandos tienen ideas opuestas de lo que es bueno y justo, a partir de lo cual cada uno acusa al otro.
¿Por qué hay tantos cristianos que son culturalmente impotentes, socialmente irrelevantes y marchan en una conformidad general con el Estado humanista de poder? El puritano John Howe es quien mejor lo expresa: ”Un brazo de carne significa mucho cuando el Espíritu todopoderoso es considerado como nada”.
Una visión anémica del poder del Espíritu de Dios invariablemente exagerará la dependencia de sus sustitutos. Entonces, esa es la clave: ¿qué sucederá cuando los cristianos rompan ese ciclo y dejen de considerar el poder del Espíritu todopoderoso como nada, sino más bien como algo? El brazo de carne —el Estado de poder y el mundo de la política— ya no va a significar gran cosa. Será visto como subordinado, no como determinante; como derivativo, no normativo. Isaías señala que las naciones son como menudo polvo en las balanzas y menos que nada (Isaías 40:15, 17). El gobierno civil obtiene su autoridad legítima por ordenación de Dios (Romanos 13:1-6), no por un esfuerzo propio humanista, y es para cosas específicas por las cuales tendrá que rendir cuentas, y más allá de las cuales no debe entrometerse ni usurpar. Las esferas del gobierno que hayan sido engarrotadas por el coágulo estatista serán restauradas a sus respectivas autoridades al producirse ese despertar, aunque sea muy lentamente. La institución de la familia se convertirá en la esfera gubernamental dominante en una cultura así.
Yo me he extendido en este asunto de la forma del cambio social, en primer lugar, por la propensión de los adversarios de la RC de citar en forma equívoca cualquier expresión idiomática que podamos usar que incorpore lenguaje marcial. La justicia por cuenta propia y el conflicto armado con el Estado no son partes integrantes del programa de la RC y de hecho son inconsistentes con el mismo. Más bien se aplica lo contrario: la RC trabaja específicamente para un cambio social desde dentro de la estructura de una cultura. “Regeneración, no revolución” ha sido la consigna de la RC durante décadas.
Cuando la RC sostiene que la ley bíblica debe ser adoptada y no puede ser impuesta a una cultura, reconoce la necesidad de interiorizar el principio de la ley. Cuando el Salmo 94:20 advierte que el trono de iniquidades “hace agravio en forma de ley“, está indicando que el medio principal para suprimir la moralidad bíblica es el contenido concreto de la ley, que es impuesto por el Estado. En una cultura subiordinda a Dios, ese agravio disfrazado sería revertido lo que enderezará los caminos torcidos (Lucas 3:5) para lograr el máximo de libertad de la cultura (comenzando por la libertad de las usurpaciones del Estado de poder). Los cristianos entonces resistirán al poder absorbente del Estado y trabajarán por la descentralización.
La discusión anterior no es simplemente un preámbulo extenso de mi respuesta real a su pregunta, sino que provee un contexto básico en el que la respuesta debe estar insertada. Pues un partidario de la RC seguro que no insistirá en lo que él “quiere” individualmente desde el punto de vista político, y mucho menos se atreverá a “diseñar el futuro”. Un reconstruccionista coherente dirá que esas actividades son propias de la agenda humanista (dada su proclividad a dedicarse a visions utópicas), pero que deben ser anatema al cristiano.. El cristiano debe tener su vista en el futuro, pero eso no quiere decir apoderarse del control del futuro. Eso se desprende de mi anterior declaración de que “Los medios que se empleen sí son importantes... No con ejército, ni con fuerza...”. El humanismo busca controlar el futuro usando medios que no están permitidos ni aprobados por Dios. Cuando los cristianos se dedican a esas tácticas humanistas, se ponen en el lado equivocado de la cerca.
No obstante, de ninguna manera la RC duda de que el futuro, tal y como está determinado por Dios, ocurrirá exactamente como Él lo quiere. Hasta donde nos lo indica nuestra comprensión de Su Palabra, el final de la Historia corresponderá a lo que la RC enseña que es una sociedad piadosa y un mundo cristianizado. Poero la RC socavaría su propia posición si adoptara estrategias humanistas, si luchara con la armadura de Saúl, por así decirlo (1 Samuel 17:38–39). San Pablo dice que los cristianos NO deben usar armas carnales (2 Cor. 10:3–4; Eph. 6:12–13), que son las únicas armas y tácticas disponibles fuera de la fe bíblica. Entonces, cuando los hombres traten de determinar el futuro, bajo la égida del humanismo O del cristianismo, aprenderán que Dios está en el negocio de confundir cualquier intento explícito o implícito de destronarlo. La Reconstrucción Cristiana enseña todo el tiempo que usted puede alcanzar el futuro que Dios quiere solamente si transita por los caminos de Dios. No hay atajos, y las armas carnales (entre las cuales hallamos esas acciones bien intencionadas, pero mal dirigidas, por lo antibíblico, como los boicots económicos) no tienen un lugar legítimo en las manos de los cristianos.
Dios reformará el futuro al reformar los corazones de la gente. Regeneración, no revolución. Armas espirituales, no armas carnales. Trabajar dentro del sistema, como levadura trabajando dentro de la harina hasta que toda está leudada, reconociendo que Dios, al actuar directamente en las almas humanas, produce el cambio más fundamental para reformar el futuro. Lo que lamenta la RC (y trabaja para revertirlo) es que tantos cristianos se hayan “vendido por un plato de lentejas” y olvidado sus derechos de primogenitura, hayan absorbido los métodos y objetivos humanistas y diluido el cristianismo bíblico con una mezcla de elementos humanistas. Esa mezcla de hierro y barro no se sostendrá junta, porque “si el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmo 127).
Lo que la Biblia enseña es que la ley de Dios un día llegará a ser la ley de todas las naciones y todavía vemos que “las costas esperarán su ley” (Isaías 42). La más grande de las leyes es amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, tu mente, tus fuerzas y tu espíritu (Deuteronomio 6:5). Un amor así no puede ser fingido: Dios lo inspira directamente por regeneración, capacitándonos no solo para este amor a Dios, sino también para amar al prójimo como a uno mismo (Mateo 22:39). La obediencia universal a la ley de Dios presupone una extensión universal del evangelio de Cristo y la conversión de todos los pueblos a la fe en Él. Esto también está en el contexto del futuro final hacia el cual trabajan los reconstruccionistas, reconociendo que la meta está lejana y que estamos destinados, muy probablemente, a ser escalones en ese proceso. La RC inculca una disposición a ser un escalón de ese tipo hacia una meta final que puede estar a generaciones de distancia. La promesa hecha a Abraham en Génesis 12:3 de que en su simiente serían bendecidas todas las familias de la tierra es el marco general en el cual se coloca una sociedad reconstruida. Una sociedad así es el cumplimiento de Dios de Su propia promesa de tomar un mundo perdido y reformarlo, solo con Sus manos, para hacerlo un mundo donde “todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos” (Hebreos 8:1), donde todas las naciones, como naciones, serán discípulas de Cristo (Mateo 28:18-20).
La otra razón por la que los cristianos NO deben ser los que persigan esas metas es que se les ha prohibido expresamente jactarse de nada, sino reconocer a Dios como el Dador de toda buena dádiva (Santiago 1:17), como el Autor del futuro del mundo, y como Aquel en quien se cumple la promesa de que ante él se doblará toda rodilla y toda lengua confesará (Filipenses 2:9-11). Puede estar convencido de que la Reconstrucción Cristiana NO sostiene que esto es una especie de sumisión forzada, obligatoria ni involuntaria, impuesta por la fuerza a súbditos reacios, ansiosos por rebelarse contra un Dios tiránico imaginario. Antes bien, esta idea que San Pablo (Fil. 2:9-11) toma de Isaías 45:22-23 implica un reconocimiento voluntario y agradecido de la soberanía de Dios La sociedad por la que trabaja la RC solo se realizará plenamente cuando entre el pueblo surja la convicción y el deseo ferviente de una sociedad constituida bíblicamente. Como están las cosas hoy, demasiados cristianos están imbuidos de una visión humanista de su propio futuro y, como el joven rico que fue confrontado por Cristo sobre su avaricia, ellos tamabién se apartarán de la visión de ubna sociedad bíblica, llenos de tristeza porque su precio (renunciar a las comodidades huecas que proveeen las tácticas humanistas) es demsiado alto.
Aunque es un lugar común caricaturizar la ley bíblica como un esbozo de una tiranía teocrática para las sociedades lo suficientemente atrasadas como para adoptarla, esa caricatura asume (1) que el Dios que escribió la ley no existe realmente, e incluso si existe, tiene que estar bromeando y (2) que la sociedad debe ser indiferente a la cuestión de si es mejor o no tener las bendiciones de Dios sobre ella, porque los hombres, bajo el humanismo, son los autores de sus propias bendiciones.
Por supuesto, esos son precisamente los aspectos en disputa, por tanto el debate no progresa solo con repetir sus premisas iniciales. Los humanistas podrán llegar a la conclusión de que, en la práctica, ellos tienen las riendas del poder y prevalecerán, mientras que los cristianos consideran que Dios determina completamente el futuro. Debido a que el trono de la soberanía está siendo disputado entre Dios y el hombre, ya no queda más remedio que una prueba de fuerza. Dios, operando en una escala de siglos y milenios con impunidad, porque Él es “el Alto y Sublime, el que habita la eternidad” (Isaías 57:15), cuya mano no se ha acortado (Números 11:23) no pude evitar considerar a las naciones como “menudo polvo en las balanzas” (Isaías 40:15) y menos que nada (v.17). La RC enseña que la certeza de la reestructuración final de todas las sociedades humanas según los patrones bíblicos es inexorable, a causa de la intervención continua y directa de Dios en la historia humana.
Si Dios no existe, la percepción humanista de que la RC reintroduciría “la mano muerta del pasado” en una sociedad ilustrada es vana. Pero si el Dios de la Biblia es real, eso significa que la “ilustración” autoimaginada de la sociedad es un engaño y el intento actual de la sociedad de determinar su futuro es inútil. No es inútil debido a que los cristianos vayan a triunfar en una lucha hipotética por el poder político (que la RC repudia), sino porque el futuro que Dios está formando con o sin la aprobación de los cristianos y humanistas, es sencillamente inexorable. La Antigua Roma aprendió que librar al Imperio de los cristianos no lo libró del cristianismo. Tampoco el hecho de esterilizar culturalmente a los cristianos en el mundo de hoy inmunizará a una nación contra los actos omnipotentes de Dios. La RC sencillamente observa que entrar en esa batalla es tonto por parte de las naciones que “piensan cosas vanas” (Salmo 2).
2. Los opositores de la RC, incluyéndome a mí, creen que la RC conducirá a la imposición de la ley bíblica, incluyendo leyes tales como la de lapidar a los homosexuales y a las mujeres que no lleguen vírgenes al matrimonio, a las “brujas”, etc. Según ordena el Antiguo Testamento. Algunos reconstruccionistas han dicho que eso pasa por alto algunas distinciones teológicas entre las clases de leyes del Antiguo Testamento que deben ser implementadas y las que no. ¿Podría decirnos, de una vez por todas, cuáles son esas distinciones teológicas y lo más específicamente que pueda, cuáles partes de la ley del AT serían impuestas a la sociedad que usted visualiza?
Yo quisiera corregir la forma en que usted ha expresado esos pensamientos. En primer lugar, el término “imposición” es inconsistente con la posición de la RC de que la ley bíblica solo puede ser abrazada, nunca impuesta (es decir, tiene que ser adoptada voluntariamente por una sociedad, como un asunto de convicción interna de lo que constituye el bien y el mal y lo que maximiza la libertad humana, en vez de ser impuesta externamente, como una especie de ley marcial para restringir la libertad). Note que la sociedad debe estar de acuerdo en lo que es la libertad para que un Estado así, constituido bíblicamente, inspire un genuino respeto entre la gente que escoja vivir en él. Si la masa de la sociedad está de acuerdo de todo corazón con David en el Salmo 119:45, de que “Andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”, sería impensable que sus miembros eligieran voluntariamente reducir su libertad al rechazar los preceptos de Dios. Abrazarían naturalmente la ley de Dios, rechazando la pretensión del humanismo, de que es el autor de la libertad, como un canto de sirena perturbador que fue entonado por primera vez por la serpiente en Edén (Génesis 3.5).
Aun más: no es la RC lo que conducirá a abrazar la ley bíblia, sino que la acción directa de Dios en los corazones humanos es la que conducirá a eso. Cuando más, la RC lo que puede hacer es llevar el caballo al río, pero Dios debe hacer que el caballo beba. Hebreos 8:10 cita el Nuevo Pacto de Jeremías 31:33 acerca del pueblo del que Dios (y no los partidarios de la RC) dice que “pondré mis leyes en la mente de ellos y sobre su corazón las escribiré”. El humanismo se propone DETENER este proceso, y quizás se imagine que al ridiculizar a la RC puede lograr ese objetivo, dada la repulsión natural del humanismo por lo sobrenatural. No obstante, si Dios pone Su ley en las mentes humanas y la escribe en los corazones humanos, los humanistas, para citar a Gamaliel, serán hallados luchando contra el propio Dios. Por tanto, la RC no merece por esto ningún crédito, aparte de ser Su instrumento indigno para despertar a los cristianos al Dios “a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13).
La mención que hace usted de las “distinciones teológicas” puede interpretarse de dos formas: (1) quizás no todas las leyes del Antiguo Testamento son aplicables hoy, por lo que la legislación bíblica debe ser filtrada por alguna norma o canon, y (2) la cuestión de la jurisdicción e implementación está sobre el tapete. Examinaremos eso en el orden inverso, señalando (una vez más) que “imponer” es un término rechazado explícitamente por Calcedonia: la ley bíblica no puede ser impuesta a la sociedad, sólo puede ser abrazada por esta. (El fracaso de la imposición externa fue inmortalizado por el romance mal orientado de los Estados Unidos con la Prohibición.) Hay muchas leyes en el Antiguo Testamento para las cuales no se prescribe una pena civil. Entre ellas están las leyes del diezmo, o la de los años sabáticos para la tierra. Dios se reservó para Si la jurisdicción sobre esas leyes y su implementación. Cuando Israel no diezmó (en particular el diezmo de los pobres, lo que Dios consideraba “golpear el rostro de los pobres”), Dios escogió cuándo y dónde iba a imponer un juicio temporal por tales violaciones. Él se reserva la prerrogativa de imponer un castigo eterno sin una componente temporal (visible) en el mundo físico. En el caso de los reposos de la tierra, Israel los violó durante 490 años, asumiendo que Dios, que no había actuado en medio milenio, no estaba implementando eso. Nada de eso. El cautiverio en Babilonia estuvo expresamente designado para darles setenta años de barbecho a las tierras cultivables de Israel, pues Dios le explicó a Jeremías que el exilio estaba destinado a asegurar que “la tierra gozará sus días de reposo” (Levítico 26:34). Podemos llegar a la conclusión de que cualquier ley para la cual no haya prescrita una pena civil (no haya penología externa) es una ley para la que Dios se reserva el derecho de implementar y castigar las infracciones.
En una sociedad que abrace la ley bíblica, con un Estado grandemente reducido, educación cristiana universal y estructuras familiares mucho más fortalecidas, un sistema monetario y financiero bíblico, los pobres atendidos por las agencias del diezmo y todo enmarcado en una comunidad cristiana libertaria, veremos cada jota y cada tilde de la ley aplicada. La sociedad. La sociedad alcanzará la meta por la cual los cristianos oran sin darse cuenta: “Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.” Mateo 5.18 en realidad afirma que ni una jota ni una tilde de la ley de Dios pasarán hasta que todo se haya cumplido. Esto es una profecía de que la ley de Dios, lejos de ser violada perpetuamente, un día será honrada y obedecida por todo ser humano.
Como dije antes, esto presupone una obediencia universal al Mayor Mandamiento (de amar a Dios) genuinamente, sin disimulo. “¿Qué pasó con toda la gente mala? ¿Hubo alguna especie de pogrom de la Reconstrucción Cristiana?” Por supuesto que no; murieron de muerte natural, dejando más hijos que fueron cristianos que los que no lo fueron. Dios, que controla el futuro, siempre tiene la mano puesta sobre las riendas de la procreación. En el Salmo 109:13 leemos de los malvados: “Su posteridad sea destruida; en la segunda generación sea borrado su nombre”. Esto recuerda la idea del Salmo 37:10–11: “Pues de aquí a poco no existirá el malo; observarás su lugar y no estará allí. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz.” Las personas malvadas envejecen y mueren de muerte natural (como se dice comúnmente) pero por regla no dejan hijos humanistas habitando la tierra, que es heredada por los mansos, los redimidos de Dios, que nacen continuamente, a menudo de padres incrédulos (como Abraham).
El lento crecimiento de la iglesia en el transcurso de los siglos deberá continuar hasta que ya no pueda crecer más. La importancia de que las leyes de Dios sean obedecidas finalmente es que esa es la precondición (en Mateo 5:18) para que los cielos y la tierra pasen por fin. Eso último espera por lo primero. Entonces, y solo entonces, se realizará el sueño humanista de que la ley de Dios desaparezca finalmente del universo: en el último día de la Historia, después que el mundo entero haya doblado la rodilla, voluntariamente y en la más profunda gratitud, ante Cristo. Eso es lo que la Biblia enseña, según ha argumentado de forma convincente la RC sobre bases exegéticas.
La importancia de guardar “cada jota y tilde” de la ley (que nos regresa a uno de los temores implícitos en su pregunta) es que la justicia de procedimiento, las reglas de evidencia y las leyes concernientes a las declaraciones de los testigos son una parte crítica, no opcional, de la ley. Lo que los humanistas debían (quizás) temer con justeza es que los cristianos adopten un enfoque fragmentado de la ley de Dios, observando retazos de la Escritura aquí y allá y armando una vestidura completamente antibíblica con una distorsión tan selectiva.
Esto puede suceder con CUALQUIER sistema legal, humanista o bíblico, en el que la justicia de procedimiento (proceso justo) es desdeñado o abandonado. Esto lo hemos visto recientemente en el fiasco del equipo Iacrosse de la Universidad Duke: la justicia es abortada cuando el proceso justo es ignorado. Semejante ignorancia nunca es benigna.
Lo mismo ocurre con la ley bíblica. Las leyes bíblicas de la evidencia PROTEGEN a las personas de una aplicación ilícita de la ley bíblica, especialmente en el caso de los distintos delitos capitales en la Escritura (para los cuales algunos teólogos, quizás con razón, dicen que la pena capital puede ser la pena máxima en vez de obligatoria, con la excepción del asesinato). Hacen falta dos testigos oculares de un HECHO real (no de una tendencia, ni predilección, ni orientación) para establecer una culpa capital.
Fue este hecho el que salvo la vida de la mujer sorprendida en adulterio que los fariseos llevaron a Jesús (capítulo 8 del Evangelio de San Juan). Cristo aplicó la doctrina de las manos limpias, que requería que los testigos que fueran a lanzar las primeras piedras estuvieran libres de culpa con relación al caso que se juzgara. Como todos los testigos tenían las manos sucias (habían ayudado a descubrir la relación adúltera) estaban descalificados según la ley del Antiguo Testamento para lanzar las piedras. La mujer resultó exonerada sobre la base del procedimiento, aunque había sido sorprendida en el acto (lo cual nunca fue cuestionado). A menos que la crítica humanista de la RC abarque esas distinciones importantes (lo cual parece que usted está interesado en averiguar y que es encomiable), no describirá acertadamente la situación de que se aplique la ley del Antiguo Testamento a una cultura.
Dios le dijo a Samuel que “el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7). Esta es una restricción por la que la ley humanista siente impaciencia, ya que siempre busca discernir el motivo en la criminología (una presunción conformada en la creación legal moderna de los llamados “crímenes de odio”). El humanismo cree que es correcto castigar a una persona por lo que cree o por lo que es. La ley bíblica mira el hecho concreto, observado por testigos presenciales adecuados e imparciales, inocentes de confabulación. Es tan serio el asunto del testimonio (formulado en el noveno mandamiento de no dar falso testimonio contra el prójimo, mandamiento que es en primer lugar aplicable al testimonio en el tribunal) que los testigos deshonestos reciben en sí mismos la pena que su falso testimonio hubiera acarreado injustamente para el acusado.(Un ejemplo de esto, que se explica por sí mismo, se halla en el libro apócrifo de Susana: Daniel descartó el testimonio de los dos mentirosos, liberó a la inocente Susana y después fueron condenados los testigos falsos.) Estos requisitos de procedimiento, que son parte y esencia de las leyes concretas del Antiguo Testamento, tienen una aplicación obvia en algunos casos sobre los que usted expresa preocupación. Década tras década, a medida que una nación se va volviendo más consistente con la Biblia y un porciento cada vez mayor de su población va considerando la ley de Dios como la norma adecuda de moralidad, es probable que las presiones sociales resultantes (que ahora son aplicadas tan exitosamente por nuestra cultura actual de lo que es políticamente correcto) gradualmente se reviertan en favor de las expectativas morales bíblicas, provocando que la mayor parte de las conductas ilícitas desde el punto de vista bíblico busquen ambientes más privados, (más allá del alcance de los testigos) mucho antes de que tales leyes bíblicas se transcriba a la ley civil. La idea de una masacre de homosexuales es un invento total que descansa en un enfoque nada sistemático, fragmentario, picoteado, de la ley bíblica. La ley bíblica trata con actos concretos observados por testigos presenciales calificados. Mientras que el humanismo podría, acorde con su propia naturaleza, dictar una ley que diga que uno puede ser ejecutado solo por ser un homosexual, la Biblia condena expresamente ese tipo de farsa monstruosa.
La ley bíblica nunca será introducida a tal escala, ni siquiera voluntariamente, a menos que sea comprendida por completo y sus ramificaciones analizadas hasta la última jota y tilde. Cualquier intento de imponer simplemente el programa bíblico completo a un populacho renuente encontrará el mismo final que la Prohibición. La ley bíblica debe ser abrazada, y por una gran mayoría de la población, y ese proceso tomará seguramente décadas, o quizás siglos, para completarse. La fuerza que lo mueve no es la voluntad de los hombres, sino el Espíritu de Dios. La RC no está al timón, sino que más bien está señalando hacia el que está realmente al timón. Resistiré el impulso de hablar de la caverna de Platón, pero la tentación de hacerlo aquí es en realidad bien fuerte.
Yo pienso que hay un gran valor social inherente en las leyes bíblicas sobre la restitución. La sociedad contemporánea ha perdido de vista a la víctima y al requisito moral de la restitución. La restitución es fundamental en el plan de Dios para el futuro del mundo. (Cristo permanecerá en el cielo “hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas” según Hechos 3:21). Las prisiones no son bíblicas; no tendrán lugar en una sociedad que haya abrazado la ley bíblica. La banca de reserva fraccionaria desaparecería, al igual que la inflación monetaria, lo que también reduciría al Estado de poder en el proceso. ¿A quién no le gustaría reemplazar al IRS con un código bíblico de impuestos? Solo los que aplauden al Estado de poder como nuevo dios que rehará a la Humanidad a su imagen. La RC considera este paraíso humanista como una servidumbre lastimosa.
Por tanto, ¿qué partes de la ley del AT son impuestas a la sociedad, según la visión de la RC? Ninguna es impuesta, sino que TODA ella es finalmente abrazada de forma voluntaria , tanto en su contenido de procedimiento como sustantivo (excepto el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, que fue sobreseído por el sacrificio de Cristo en la cruz, y cualesquiera leyes específicas para el status arquetípico de Israel como nación con un pacto directo con Dios). Esto lleva al máximo la libertad dentro de una sociedad.
3. Una version más específica de la última pregunta: dígame qué libertad religiosa quedaría en una sociedad de RC. ¿Podrían las demás religiones, o el ateísmo, promover sus ideas públicamente? ¿O serían castigadas, como en los tiempos del AT, por adorar falsos dioses o por tratar de que otros crean lo mismo que ellos?
Esa es una pregunta muy buena. ¿Por qué, en concreto, apartarse de Yahweh era tratado tan severamente en el antiguo Israel? Por la misma razón que los Estado modernos tratan la traición como un delito capital, y habitualmente ejecutan a los que son culpables de traición. La naturaleza de Israel (como nación en pacto específico y directo con Dios) la ponía en una relación peculiar con Él, una relación que le asignaba a la apostasía el status de traición. Que esos individuos invitaran a otros a participar en su traición hacía que su apostasía fuera doble y triplemente odiosa. La presencia real de Dios estaba en medio del campamento (en el tabernáculo) o la ciudad (en el Templo) y esto hacía una diferencia enorme en cómo tales acciones eran tratadas. NO HAY una relación informal con un Dios encarnado que es fuego consumidor (Heb. 12:29) Y QUE ES amor (1 Juan 4:16) y verdad (Juan 14:6), y en especial cuando Él manifiesta Su presencia físicamente en medio del campamento (Números 12:5).
Aquella situación única, que concluyó hace mucho, no se va a repetir, por tanto la circunstancia que determinaba la clasificación de esa apostasía y proselitismo religiosos como delitos de traición ya no existe. Como se ha dicho bien, la Iglesia estaría destruyendo su propio campo misionero si aplicara ese estatuto que era solo para el antiguo Israel, pero San Pablo no propugna semejante enfoque una vez que Cristo ha aparecido. Las naciones tienen que ser hechas discípulas de Cristo (Mateo 28:19) y el derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne (Hechos 2:17) potencia este proceso sobrenatural.
Además, la Biblia distingue el ministerio de misericordia y gracia (la Iglesia) del ministerio de justicia (el Estado). El Estado esgrime la espada, pero la Iglesia no. De hecho, Zacarías 6:12-13 deja claro que los ámbitos civil y religioso están unidos única y exclusivamente en Cristo y en nadie más (ni en nada más). Él es un sacerdote en Su trono, “y consejo de paz habrá entre ambos“ (Zacarías 6:13), es decir, entre el oficio del rey y el oficio del sacerdote; en otras palabras: entre los oficios civil y religioso. Los dos están reunidos solamente en la persona de Cristo, pero se mantienen separados en todas las demás instancias.
El llamado a la pureza doctrinal, entonces, se aplica al dominio de la gracia y la misericordia (la Iglesia) pero no se repite para el Estado, que está limitado en su función. La Iglesia debe permanecer fiel a su Señor porque está organizada específicamente para ser “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15). La sanción más fuerte que la Iglesia puede imponer es la excomunión y ese es el límite de su respuesta a la actividad que usted describe. La espada le es negada a la Iglesia, como lo es a la familia, mientras que al Estado le está vedado determinar en materias de pureza doctrinal (lo cual usurpa la responsabilidad de la iglesia) y ejercer castigos en esta área. Si el Estado escoge legislar en términos del cristianismo y la Biblia, la RC sostiene que las bendiciones de Deuteronomio 28 serán derramadas al final sobre él. Si el Estado elige redactar e implementar legislación contraria a la Palabra de Dios, entonces Dios se reservará el derecho de ejecutar Su juicio sobre el Estado y hacerlo directamente. Pero la Iglesia fue informada a las claras por su Señor que los que vivieran por la espada, por la espada morirían. Como dice San Pablo, a los cristianos se les ha dado “el ministerio de la reconciliación... que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Corintios 5:18-20).
San Pablo se sentía cómodo hablando en público, intercambiando ideas con promotores religiosos tanto judíos como gentiles, incluso confrontando un monumento a un Dios desconocido. Los cristianos deberían seguir su ejemplo y no atormentarse por los resultados finales de esas confrontaciones con otras religiones. El tema de todo el segundo capítulo de Daniel es que Dios envía a la tierra una piedra “cortada, no con mano” (Daniel 2:34) que desmenuza y luego asimila todos los otros reinos a sí misma, por lo que crece hasta llenar toda la tierra.
Como bien se ha dicho, la Palabra de Dios es el disolvente de todas las instituciones que no están basadas en ella. El evangelio está adornado con el lenguaje de la victoria. Es triste que cuando la RC apela a esos pasajes, la acusen de triunfalismo vanidoso. No vemos por qué caracterizar la confianza en el Dios viviente en esos términos despectivos. Si los cristianos promedio tienen dificultades con la RC es porque la RC, como Abraham, no ha dudado de la promesa de Dios (Romanos 4:20). Jesús, al mirar al mundo, no abogó por el exterminio de las masas paganas, sino que proclamó que los campos estaban blancos para la siega (Juan 4:35) y envió obreros con las buenas nuevas. San Juan, contemplando las densas tinieblas paganas de Asia Menor hacia el fin del primer siglo después de Cristo, no aconsejaba afilar las espadas para eliminar los nidos de infieles, sino que, confiando en las promesas de Dios, nos aseguraba que “las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra” (1 Juan 2:8).
Esto es importante: las tinieblas pasan porque la luz verdadera alumbra (la Gran Comisión es obedecida). El paso de las tinieblas es una consecuencia pasiva de la predicación del Evangelio. En ninguna parte Juan les aconseja a los cristianos hacer retroceder las tinieblas con espadas empapadas de la sangre de los infieles.
El Nuevo Pacto de Dios, predicho en el Antiguo Testamento, en el libro de Jeremías, es un “mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (Hebreos 8). Entre esas diferencias está el hecho de que las leyes del Antiguo Testamento relativas a la traición estaban vinculadas con la presencia de Dios en el Tabernáculo, en el Arca de la Alianza en medio de Israel. Las leyes ya no se aplican. Eso es declarado en el Antiguo Testamento en Isaías 65:2-6, entre otros pasajes, en que la apostasía religiosa se considera punible, pero no por el Estado, sino por el propio Dios, que dice “recompensaré, y daré el pago en su seno”, como un eco de la advertencia de San Pablo en el Nuevo Testamento: “dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19). De acuerdo con esto, los que practican actividades tales en una sociedad basada en la ley bíblica, tienen menos que temer de los cristianos y de un gobierno civil que observe las jotas y las tildes de la ley bíblica, que del propio Dios.
San Pablo trató realmente con una situación igual a la que usted describe en su pregunta: una crítica abierta a la fe, con vistas a hacer prosélitos que se apartaran de ella. Él compara a tales hombres con los sacerdotes del Faraón a los que se enfrentó Moisés: “Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos” (2 Timoteo 3:8-9).
Este hombre Pablo, un erudito de la ley bíblica, tuvo toda oportunidad de decir que el gobierno civil debería ejecutar a esos hombres por derrocar la adoración al Señor Dios, pero San Pablo reconoce que “la palabra de Dios es… más cortante que TODA espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos, y las intenciones del corazón“ (Hebreos 4:12, énfasis añadido). Pablo está puesto para la defensa del Evangelio, sabe que la espada que hay que esgrimir en esta arena viene en la forma de palabras que salen de su boca. Según sus palabras: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (2 Corintios 5:11).
Los cristianos no tienen que desesperarse por la potencia de su mensaje frente a los argumentos y pretensiones contrarias de otros. La libertad religiosa obra en favor del cristianismo (puede extender el Evangelio en paz), mientras que la persecución religiosa tiende a a hacer que se propague más lejos y más profundo. Como dijera el historiador cristiano Augusto Neandro, todo lo que es arrojado al sendero de la Iglesia para detenerla, al final lo único que hace es propiciar su crecimiento.
Con relación a la libertad religiosa, es significativo que el fundador de Calcedonia, el Dr. R. J. Rushdoony, no vacilara en defender (cuando fue necesario, en los tribunales) a grupos que estaban fuera del palio del cristianismo ortodoxo (a los que la mayoría de los cristianos considerarían sectas) contra la intromision del Estado en sus distinciones religiosas. La mayoría de los cristianos evangélicos no hubieran movido un dedo para ayudar a “las sectas” frente a esa intervención estatal, pensando que se merecían ser perseguidas y molestadas. La Reconstrucción Cristiana mira las cosas desde una perspectiva más aguda y a largo plazo, enfocada en categorías bíblicas y no con un pensamiento estrecho y provinciano. Los Reconstruccionistas Cristianos estuvieron por tanto en primera línea de la defensa de otras fes cuando sus libertades religiosas se veían amenazadas por el gobierno de los Estados Unidos. Por tanto, a un nivel práctico, la acusación de que la Reconstrucción Cristiana aboga contra la libertad religiosa de cualquier fe que no sea su propia variante de ortodoxia, se puede demostrar que es históricamente falsa.
Las actividades de Rushdoony tenían un límite obvio (claramente que no iba a defender una religión que llamara a hacer sacrificios humanos, porque estaría en juego un principio de mayor peso que la libertad religiosa). No obstante, a usted le sería difícil encontrar otra personalidad religiosa importante que haya sido tan magnánima dedicando esfuerzos en las salas de los tribunales para defender la libertad religiosa (nada menos que a costa de su propio bolsillo). Dentro de las limitaciones mencionadas, Rushdoony entendía que, escrituralmente, a menos que todas las religiones tuvieran libertad, ninguna la tendría al final. Pero el marco moral definitivo que determinaba la credibilidad de una práctica religiosa supuesta (por ejemplo, los sacrificios humanos) tenía que estar dentro del marco heredado por los redactores de la Constitución: lo que ahora llamamos, en general, la ética judeo-cristiana. Concederle libertad religiosa a una religión basada en sacrificios humanos sería privar a otros ciudadanos del derecho a la vida.
Como enseñaba Rushdoony, toda ley es moralidad promulgada: especifica cuáles acciones son legítimas y cuáles serán castigadas (es decir, las leyes discriminan entre el bien y el mal). En un final debe haber un fondo de referencia que provea un marco moral dentro del cual el mundo sea organizado conceptualmente y las ideas evaluadas. El fondo actual es una referencia automática cristiana diluida, cubierta con una frazada postmoderna humanista. Está lejos de ser lo ideal, pero Dios (no los cristianos) asegurará en Su tiempo el predominio de Su Palabra sobre la palabra del hombre humanista. “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada” (Mateo 15:13).
Dios es el agente directo de cualquier “desarraigo” o desalojo de este tipo. Como aprendemos en Hebreos 12:26-27, Dios (no los Reconstruccionistas Cristianos) estremece de continuo los cielos y la tierra para “la remoción de las cosas movibles... para que queden las inconmovibles”
Los cristianos no tienen motivo para interferir en las disposiciones soberanas de Dios para ese proceso, que preside y gobierna solo Él. Nuestra tarea es predicar el Evangelio y Dios dará el crecimiento.
La RC protege la libertad religiosa al menos en el alcance en que los humanistas quieran concederla. Si alguien representa una amenaza para la libertad religiosa es el humanismo, porque hay movimientos telúricos bien definidos para castigar a las iglesias por lo que se enseña desde el púlpito, por medio de la revocación de las exenciones de impuestos de las iglesias “ofensoras”. Los Reconstruccionistas Cristianos hallan difícil tomar en serio las reclamaciones de libertad religiosa, cuando los principales reclamantes de la otra parte dan evidencias de una hostilidad abierta hacia los cristianos que ejercen sus libertades religiosas. Por todo lo que podemos ver, el zapato está en el pie equivocado y las acusaciones de que la RC es una amenaza a la libertad religiosa constituyen una campaña de desinformacion que apesta a burda hipocresía, al menos entre ciertos humanistas.
Afectuosamente suyo,
Martin G. Selbrede
Vice Presidente, Calcedonia

Por qué nos quedamos con la educación en casa?

Por: homescholling España


Hace unos días transcribí un texto que escribí en junio de 2008, cuando llevábamos un año educando a nuestros hijos en casa. Era algo así como un balance de las razones por las cuales tomamos esta decisión y de las ventajas adicionales que pudimos descubrir durante ese año.

Hoy, cuando llevamos más de cuatro años educando en casa, las cosas han cambiado un poco. Ese primer año, el homeschooling lo hacíamos con nuestros hijos mayores y los dos pequeños iban al jardín. Ahora, TODOS aprendemos juntos en casa. Cuando comenzamos mis hijos eran todos niños pequeños, ahora ya tengo adolescentes. Ya no tengo bebé, el menor de mis hijos ya tiene 5 años y acaba de pedirme que le enseñe a leer.

Más que explicar las razones por las cuales decidimos educar en casa, siento que es el momento de hablar de las razones por las que seguimos haciéndolo.

Me encanta la libertad que tenemos para hacer lo que queremos, cuando queremos, sin estar sujetos a los horarios y calendarios escolares. Podemos viajar, dedicarnos al deporte, al arte, a la ciencia, a las matemáticas, a jugar en el computador, a ver películas, etc., en el momento que nos plazca y por largos períodos de tiempo (o cortos también) según nuestros deseos.

Las relaciones familiares en general, y especialmente entre hermanos se han enriquecido de una manera que nunca imaginé. Sólo sé que mis dos hijos mayores no se soportaban hace cuatro años y ahora me duermo con una sonrisa cuando los oigo charlando y riéndose juntos a veces hasta la media noche. No digo que nunca peleen, tienen 14 y 12 años... si no pelearan me preocuparía. Pero es la amistad que renació entre ellos lo que me hace más feliz.

He visto a todos mis hijos crecer a su propio ritmo, sin afanes de madurar antes de tiempo, ni presiones externas de esas que abundan en la vida de colegio. Nunca me imaginé que ver a mis hijos adolescentes me fuera a parecer algo lindo, la verdad le tenía mucho miedo a esta etapa de la crianza, pero así es, me encantan mis hijos grandes, me fascina verlos crecer y descubrir quiénes son. Y los pequeños no se quedan atrás, han tenido el tiempo y el espacio para ser ellos mismos, sin complejos, sin miedos.

Las mayores ganancias se reflejan en ellos como personas, en su nivel de autoestima y seguridad personal. Eso no tiene precio.

A nivel de socialización sólo puedo hablar de experiencias positivas. Se relacionan con mayor tranquilidad con niños y adultos, no están condicionados por la edad a la hora de hacer amigos.

Conocen y viven la experiencia de la cotidianidad. Están en su casa, con su familia, el lazo se mantiene fuerte. Ahora veo que la separación que sufren los niños y los padres al inicial la vida escolar causa un daño irreparable en la vida familiar.

El aprendizaje es natural, sin darse cuenta aprende de economía, de astronomía, de biología, geografía, matemáticas, sólo viviendo la vida integrados a su familia y su comunidad.

Los conocimentos académicos no nos preocupan demasiado. Tengo plena confianza en sus capacidades y en su criterio para guiar su propio aprendizaje. Al estar rodeados de un ambiente propicio y estimulante, ellos siguen sus intereses y necesidades de información. Mi papel es el de guía, acompañante, facilitadora, bibliotecaria, chofer, más que el de maestra, pues es poco lo que yo "les enseño", la mayor parte del tiempo aprendemos juntos.

Educación neoclásica

Por: Maria Calderón .

Existen varias formas de interpretar lo que es una educación clásica. En este artículo me referiré en concreto a la que se conoce como neoclásica y que tuvo su origen en una ponencia de la traductora y escritora británica Dorothy L. Sayers*, expuesta en Oxford en 1947, y que se continúa con lo reflejado en el libro de Susan Wise Bauer y Jessie Wise, The Well-Trained Mind.



La educación clásica es una aproximación al aprendizaje utilizando una serie de herramientas, independientemente de las materias que se estudien. Es decir, que no es tanto lo que se estudia sino cómo se estudia.
Dorothy L. Sayers propuso en su ensayo, The lost tools of learning (Las herramientas perdidas del aprendizaje) una revisión de la educación, en la cual se adoptaría un currículo neomedieval que no especificaba en concreto unas asignaturas de estudio sino un método para el aprendizaje.

Es cierto que ella no fue educadora ni maestra, pero sí expone sus ideas desde el punto de vista de quien ha sido enseñada, “en algún momento u otro. Incluso si no aprendimos nada – quizás particularmente si no aprendimos nada – nuestra contribución a la discusión pueda que tenga un valor potencial”.

Antes de comenzar su exposición también tiene claro algo: que conseguir un cambio educativo va a ser tremendamente difícil. Parece que ha sido siempre igual con las reformas educativas:

[…] es en sumo grado improbable que las reformas que propongo alguna vez sean llevadas a cabo. Ni los padres, ni los centros de entrenamiento, ni las juntas de inspección, ni los consejos escolares, ni los ministros de educación, van a aceptarlas ni por un momento. Pues equivalen a esto: si hemos de producir una sociedad de gente educada, capaces de preservar su libertad intelectual en medio de las complejas presiones de nuestra sociedad moderna, debemos hacer girar hacia atrás la rueda del progreso unos cuatrocientos o quinientos años, hasta el punto en que la educación comenzó a perder de vista su verdadero objetivo, hacia fines de la Edad Media.

Lo cierto es que todo lo que huela a antiguo en materia educativa tiende a provocar sarpullidos en ciertos sectores sociales. Y sin embargo, a veces lo que funcionó, adaptado a la época actual, es tan válido como la teoría pedagógica más moderna. E incluso si las cosas no hubieran sido como Dorothy Sayers apunta en su ensayo, con el trivium y el quadrivium, su visión educativa tiene coherencia y es probable que resulte útil para enseñar a pensar a las personas.



Es ahora cuando me traslado en el tiempo y nos situamos en los últimos años del siglo XX. A partir de aquel ensayo se recuperó, sobre todo en Estados Unidos, la educación clásica.

Mi encuentro con este tipo de educación tuvo lugar a través del libro de madre e hija, Jessie Wise y Susan Wise BauerThe Well-trained Mind [La mente bien entrenada]. En él se explica de una forma práctica y detallada, en qué consiste el método neoclásico educativo.

Consta este de tres fases –el trivium medieval, las famosas gramática-lógica-retórica, que se adaptan de forma progresiva al desarrollo evolutivo del niño y que permiten entrenar su mente.

Los primeros años –la gramática, que abarca desde los 6 a los 9 años- establecen los cimientos educativos, el aprendizaje de los bloques básicos que servirán para la educación futura. Me refiero al lenguaje y la aritmética, los pilares fundamentales. Las herramientas: la memorización y el aprendizaje de diversos hechos, como fechas, sucesos, anécdotas, aprovechando que los niños de esta edad encuentran fácil y casi les sale espontáneamente el recordar todo tipo de cosas.

El resto de materias, como podrían ser historia, ciencias, literatura, lenguas extranjeras o arte y música, no se estudian de forma sistemática, sino intentando que el niño se familiarice con ellas y las disfrute, sin coartar su curiosidad en absoluto.

A partir de los 10 años, más o menos el 5º grado de primaria –la fase lógica o dialéctica, el niño empieza a desarrollar un pensamiento analítico, se pregunta el por qué de las cosas; ve las relaciones entre distintos campos de conocimiento; empieza a desarrollar más la abstracción. Es el momento de potenciar la crítica y los análisis de texto, profundizar en el por qué de la historia y en el método científico.

Llegan los 14 años, la retórica, y es el momento de que la persona empiece a expresar sus propias conclusionesy a escribir y hablar con fuerza y originalidad. Ahora el estudiante puede centrarse más en el estudio de aquello que le interesa y dejar de lado otras materias.

Esto en cuanto a las famosas tres fases del trivium. En cuanto a unas generalidades sobre la educación neoclásica, siguiendo las indicaciones del libro de Susan Wise Bauer, podrían ser estas:
• Está centrada en el lenguaje y no en las imágenes.

• Las materias se interrelacionan, de manera que el aprendizaje se centra en el estudio cronológico de la historia. Las ciencias, la literatura, el arte, la música, se hacen girar en torno al período histórico que se está estudiando ese año. Nosotros seguimos el programa de historia de Susan Wise Bauer, The Story of the World; estudiamos tres ciclos de historia del mundo, repitiendo cada cuatro años los mismos libros.

• La educación neoclásica está muy sistematizada, pero eso no significa que sea árida o rígida. El estudio se hace a través de libros vivos, de la experimentación, de la palabra, del pensamiento, del descubrimiento. El sistematizarlo todo da mucha seguridad a ciertos padres (levanto la mano la primera), además de favorecer que lo básico (la escritura, la lectura, las matemáticas) se aprenda bien, y a partir de ahí se pueda profundizar en el estudio de otras materias que resulten interesantes para el estudiante.

Ni siquiera sería necesario el estudio del latín o el griego clásicos, pero nuestra cultura occidental deriva en tan gran medida de todo el saber grecorromano que es una lástima no dar la oportunidad a nuestros hijos de entrar en contacto, aunque sea brevemente, con los idiomas y las obras de los clásicos.

• Produce estudiantes que han leído bastantes clásicos, que piensan por sí mismos y que son curiosos, independientemente de la profesión que quieran desarrollar en el futuro.



Que este método funcione o no en el futuro no es posible decirlo, claro, pero al menos aporta conocimiento, y como dice Pérez-Reverte“no hay mejor vacuna que el conocimiento. Me refiero a la cultura, en el sentido amplio y generoso del término: no soluciona casi nada, pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer en el embrutecimiento, o en la resignación. Con ello quiero sugerirte que leas, que viajes, y que mires”.


* Traductora y escritora inglesa, que escribió las novelas policíacas que tienen como protagonista a Lord Peter Wimsey. Además fue estudiosa de lenguas clásicas y modernas. Humanista cristiana, tradujo la Divina Comedia. Fue amiga de C.S. Lewis y J.R.R. Tolkien.

lunes, 25 de agosto de 2014

¿Más educación o más dinero?

Por: Alberto Mansueti
Los dirigentes de izquierdas son defensores acérrimos de la educación estatal “incluyente”, y por tanto enemigos mortales de la privatización en ese tema; pero jamás inscriben a sus propios hijos e hijas en escuelas públicas, sino en institutos privados, ¡y de los más “excluyentes” y caros!
Ellos quieren educación del Estado para TUS hijos e hijas (pagada con TUS impuestos); pero no para SUS propios vástagos, a quienes les procuran una educación más esmerada. Y en los países que conozco, que no son pocos, no he visto excepciones a esta regla.
No es la única contradicción de los jefes socialistas, tienen muchas otras; pero de esta quiero hablarte hoy. ¿Cómo se explica esta contradicción? Muy simple: ellos saben que la “educación pública” tiene un alto contenido de adoctrinamiento ideológico, lo que va en detrimento de la calidad de la educación como tal. ¡Y no quieren eso para SUS hijos!
Lo que dan por “enseñanza” es sobre todo “catequización” en las doctrinas de la “política correcta”: estatismo, ecologismo, feminismo, indigenismo “multicultural”, socialismo democrático, Postmodernismo; y una visión de la historia y la sociedad altamente impregnada de marxismo cultural. Todo envuelto en una enorme dosis de sicología popular de “autoestima”, y de “hacer contacto con tus sentimientos”.
Lo cual deja poco o nada de espacio para la gramática, aritmética, geometría, lógica y ciencias, historia objetiva etc. Para colmo, la “nueva pedagogía”, ya bastante vieja, consagra unos métodos “centrados en el alumno” y no en los contenidos, y que “promueven la investigación”: al final terminan en “copypaste” de cualquier cosa que haya en Internet, no importa qué, buscando por Google.
Todo esto es muy criticado en los estudios serios, por ejemplo de la doctora Inger Enkvist, educadora y escritora sueca, en su libro “Repensar la educación” (Pamplona, 2006) acusa a esta “educación” del fracaso escolar, y de las horrorosas falencias educativas en los egresados de hoy, que registran año tras año los “Informes PISA”, sobre alumnos que no aprenden a leer ni a escribir, mucho menos a razonar, ni las cuatro operaciones, ni historia ni nada: el Estado educador ha fracasado, en todas partes, incluyendo Francia, EEUU y otros países desarrollados.
Los jefes socialistas lo saben muy bien; por eso sus hijos van a escuelas privadas, buscando educación buena, o medianamente decente; pues del adoctrinamiento se van a encargar mejor los padres en casa, ¿me explico? Ellos saben que TÚ en tu casa no les vas a dar a tus hijos catequesis socialista, por eso quieren que los mandes al colegio público, ¿ves? Y para eso quieren “más dinero en la educación”.
¿Has visto que todos los candidatos a presidente prometen “más dinero en la educación”? Es gracioso porque uno dice que va a “duplicar” el presupuesto en educación, y enseguida viene otro y dice que él va a “triplicar”, y así ... justifican sus promesas diciendo que “el desarrollo depende de la educación”. Pero es mentira, y por partida doble: (1) aún si fuera cierto nunca tendremos desarrollo, porque educación no da la enseñanza estatal sino adoctrinamiento, ya vimos; (2) pero es que tampoco es cierto, porque en los hechos el desarrollo no depende de la educación, sino de otros factores, entre ellos principalmente la existencia de instituciones en favor del libre mercado, como nos ha demostrado el Premio Nobel 1993 Douglass North y muchos otros economistas.
La verdad es al revés: la educación depende del desarrollo; solo cuando las personas tienen plata como para una buena educación para ellas o sus hijos, se preocupan por buscarla, obtenerla y pagarla, no antes.
De allí que en todos los países que se desarrollaron realmente, en la historia, los indicadores educativos mejoran tan pronto lo hacen los índices económicos, no antes. Y si te cabe duda, revisa las biografías  de los grandes supermillonarios que fundaron grandes empresas para grandes negocios, amasaron grandes fortunas, y así trajeron el desarrollo a sus países: todos comenzaron pobres, pero además ineducados, casi analfabetos, ninguno tuvo mucha educación, no fueron a la Universidad, y muy pocos a la escuela media; sus hijos sí llegaron hasta la Universidad, pero ellos no!
Peter Schiff en su libro “La verdadera Quiebra” (The Real Crash St. Martin, 2012) dice que los políticos estatistas confunden a la gente haciéndole creer que la manera de “resolver” los problemas es tirarles dinero encima. ¿Cuál dinero? ¡El tuyo! De tus impuestos. Schiff muestra páginas de cuadros y gráficos de cifras espeluznantes: en casi todos los países, en los últimos 25 años la calidad de la educación ha venido decayendo cada vez más bajo, mientras el gasto en educación ha ido subiendo cada vez más alto. O sea: tiran tu dinero a los problemas, pero eso no los soluciona, siguen allí, e incluso empeoran!
OK se me acabó el espacio y a vos el tiempo, y todavía no hablamos de “homeschooling”, ni de retorno a la educación clásica, que es el remedio; así que hay tema para otro artículo... ¡Hasta entonces si Dios quiere!