jueves, 30 de agosto de 2012


Las Leyes Malas

Por: Hugo Balderrama

Le tomo prestado el nombre a mi buen amigo Alberto Mansueti, para referirme al último proyecto de ley acerca de la creación de un impuesto a la divisa extranjera en Bolivia. Es necesario recordar que en 1215 cuando los cristianos ingleses derrotaron al rey Juan Sin Tierra, que dio la Carta Magna con la promesa de no decretar impuestos sin convocar a los contribuyentes; allí y entonces nació el Parlamento, y la democracia representativa, bajo el principio: “No hay impuesto sin representación”. Noto que el parlamento tiene como función histórica frenar la ambición del ejecutivo de enriquecer las arcas oficiales a costo de los bolsillos del ciudadano; es muy lamentable que hoy suceda lo contrario ya que los parlamentos se convirtieron en el brazo operativo  de las utopías totalitarias de los presidentes a través de la creación de leyes malas que son la causa de los magros ingresos y la pobreza en la que viven gran parte de los latinoamericanos.

Como todo lo malo que puede hacer el género humano las leyes malas se generan en sentimientos innobles como la envidia, el rencor, la rabia, etc. Sus resultados son nocivos en los negocios, la economía, la familia, la educación y el nivel de vida de las personas. El mismo análisis se aplica al análisis de los impuestos que en la gran mayoría de los casos solo son un castigo a los que hacen las cosas bien, es decir ser productivo es una delito por el cual tienes que pagar el IVA, IT, IUE, ITF y demás, el argumento es que sin tus contribuciones no existiría escuelas, hospitales, carreteras y por lo tanto el estado no podría ayudar a los más necesitados; pero la realidad muestra exactamente lo contrario las cargas tributarias pesadas merman la tasas de capitalización de la economía con lo cual rebajamos los ingresos reales de todos especialmente de los más necesitados.

La situación descrita más arriba se agrava si además usamos la inflación como medio de pago de los gastos estatales, el nuevo gravamen (7 por 1000) a la compra de dólares es una forma disfrazada de control de cambios que responde al plan de bolivianizacion de la economía que tiene como objetivo hacer que gran parte del aparato productivo nacional use el boliviano en sus transacciones comerciales, lo cual nos obligara a usar la moneda emitida por el banco central ergo el estado tiene abierta la canilla para aplicar las recomendaciones keynesianas; es decir el incremento del gasto público para estimular la demanda mediante la emisión de grandes dosis de billetes sin respaldo. Copiando el fracaso de la política económica argentina, el gobierno está buscando la manera de adelantarse a los hechos de un segundo shock externo por el agravamiento de la crisis económica internacional, de la manera más tradicional pero perversa posible. El Premio Nobel de Economía 2001, Joseph E. Stiglitz, acaba de visitar Argentina por invitación del gobierno K, y ha lanzado una serie de frases como “resolver problemas de deuda con políticas de austeridad es absurdo“, refiriéndose a que la falsa austeridad europea sería la causa del agravamiento de la crisis de la zona del euro, y que para el problema europeo de deuda sería necesario recurrir al incremento del gasto, tenemos que recodarle a pepito que Obama viene siguiendo sus recomendaciones desde el 2008 con trágicas consecuencias para la clase media norteamericana.

En definitiva, las ansias que el gobierno tiene por gastar más de lo que los ahorradores externos y sobre todo internos están dispuestos a prestar, afectará a todo ciudadano al no poder elegir la moneda que crea más conveniente utilizar en cada una de sus transacciones, las leyes que favorecen el endeudamiento crónico benefician al gobierno y su allegados, pero perjudican al boliviano de a pie ya que este último es el que carga la oxidación de sus salarios y sus ahorros, siendo esta la causa central de la pobreza.

La soberanía monetaria es contar con una moneda sana respalda en un activo real, los papelitos con cara de gente muerta son solo una forma de enriquecer al gobierno a costa de las finanzas y los ahorros familiares, una sociedad exitosa es la que tiene ciudadanos ricos y estado limitado a sus funciones de seguridad y justicia nada más.