miércoles, 22 de mayo de 2013

Ciencia, Razón y Poder Razonable



Por: Hugo Balderrama.

Escribo este artículo a pedido de algunos amigos y estudiantes de resumir de manera breve mi trabajo de investigación doctoral, el objetivo se tornó difícil ya que como sabemos los artículos son como la minifalda, cortos para cubrir el argumento y largos para dejar volar la imaginación.
Cuando nos referimos al término razón, debe aclararse a que se refiere el concepto de racionalismo. Hay dos vertientes distintas y opuestas; por un lado el racionalismo critico propuesto por Karl Popper y por el otro el racionalismo constructivista o iluminista.
En el primer caso se alude a la razón como la capacidad humana de hilar argumentos en una secuencia lógica, es decir la base del pensamiento y la incorporación de conocimientos en el mar de ignorancia en que nos encontramos los humanos, de lo que se trata es del sano debate entre teorías rivales para la construcción de conocimiento el cual siempre serán de carácter provisorio. La conciencia de las limitaciones de la razón humana no significa que tiremos por la borda nuestro instrumento fundamental para entender el mundo que nos rodea, de la falibilidad no se sigue el escepticismo ni el relativismo.
En el segundo caso el racionalismo iluminista le atribuye a la razón humana la capacidad de rediseñar el orden ontológico, Digamos que en la pretensión del iluminista radica el abuso de su razón. El mito del control o dirección consciente de los proceso sociales descansa en la idea común de que la mente humana es capaz de trascenderse a sí misma (autoconocimiento), que se pude llegar al estudio de la razón humana desde fuera, como un TODO, suponiendo la conquista de una especie de supermente. Sin embargo, afirmar que conocemos más de lo que realmente conocemos  es una pretensión que nos lleva a la exigencia  de un tipo  de dirección total de la realidad en todos sus aspectos, olvidando que los proceso sociales alcanzan resultados que superan las capacidades de realización y planificación de la mente humana individual. Es más, de estos procesos sociales es que recibe la mente individual el poder de que está dotada, todo intento de imponer un control consciente a estos procesos genera totalmente consecuencias trágicas, esta forma de pensar que nace con la revolución francesa y que tenía como objetivo eliminar a Dios y la religión de la escena política y social es la madre del estatismo y todas las corrientes científicas que le sirven de respaldo: keynesianismo, positivismo jurídico, cepalismo, etc.
El racionalismo extremo es incapaz de reconocer en qué medida la razón individual es producto de las relaciones interindividuales (intersubjetivas). El método colectivista proclama la pretensión de poder abarcar este proceso como un todo y de utilizar todos los conocimientos en forma sistemática integrada (planificada) que conduciría a un sistema en que todos los miembros de la sociedad se verían convertidos en meros instrumentos de una única mente rectora, haciendo desaparecer las fuerzas sociales  espontáneas, despreciando las costumbres e instituciones que no hayan tenido un origen intencionado, contractual, sin demostración racional. Las consecuencias de esta forma de pensar se ven a diario en la economía, el derecho, la justicia y la seguridad.
Esa forma de pensamiento hace que los legisladores apoyados por académicos consideren que el estado tiene la capacidad de solucionar problemas y planificar el futuro del conjunto social mediante el diseño y promulgación de leyes contrarias al orden natural, las mismas que son las causantes de los niveles de desempleo, pobreza y criminalidad.
A continuación un leve resumen de las denominas leyes malas:
1.- Leyes de permisos y licencias gubernamentales para cualquier clase de actividades, comercios, industrias, transporte, escuelas, etc. El funcionario selecciona, no el cliente. Generan corrupción, y reducción de las fuentes de empleo, de su riqueza y variedad. Es también una de las causas de la pobreza, y de la mala calidad en los bienes y servicios.
2.-  Leyes Anti-Monopolio (“Pro Competencia”) El monopolio es un privilegio gubernamental o legal que garantiza alguna posición de exclusividad. No obstante, estas leyes castigan el monopolio como una “posición de dominio”, así es como llaman al liderazgo comercial definido como gruesa participación de una empresa en un mercado, lo cual muchas veces es muestra de eficiencia y elección por la clientela. Estas leyes causan una “selección inversa” a manos de los Jurados Anti-Monopolio, por la cual las mejores empresas son atacadas por las peores y más ineficientes.
3.- Leyes de Empresas Estatales. Si las ventajas de la empresa estatal se traducen en precios artificialmente bajos, le significan competencia desleal al empresario privado; de otro modo, sus altos precios le significan una ventaja y una ganancia inmerecidas, al permitirle fijar sus propios precios al nivel de los de la empresa estatal.
4.- Leyes de Impuestos excesivos, para recaudar un volumen muy superior al del total de recursos necesarios para pagar los costos de un Gobierno limitado. Esta tributación desmedida es otra causa de la pobreza y miseria de los pueblos, porque es ley natural y general de la Economía que todos los impuestos se trasladan en cadena, por lo corriente de arriba hacia abajo en la escala social.

5.- Leyes de Impuestos ocultos, p. ej. los costos en las tramitaciones. También lo son las leyes que causan inflación, como las relativas a los Bancos Centrales y al dinero puramente fiduciario (sin respaldo real). La inflación es un impuesto a los saldos líquidos, que traslada riqueza desde la sociedad civil al sector estatal, que desorganiza el esfuerzo productivo privado, y que frustra el ahorro y la inversión. Y que castiga muy especialmente a los más pobres; y a los acreedores en general, pero en particular a los perceptores de rentas fijas (“la viuda y el huérfano” en términos bíblicos)
6.- Leyes de Encaje legal, autoriza a los bancos privados a multiplicar los créditos mucho más allá de los depósitos en reservas, en lo que se llama “banca de reservas fraccionarias”. De esta forma se les permite a los bancos privados hacer con las operaciones de crédito lo mismo que hacen los Bancos Centrales con la base monetaria: inflar o expandir los medios de pago de modo indiscriminado, provocando de esa forma inflación de precios, con las consiguientes malas decisiones empresariales e inversiones. Así se causan los ciclos de auge artificial seguidos de brutales recesiones, con cierres de empresas, quiebras y desempleo masivo e involuntario. (la teoría del ciclo muy descrita por los maestros de la escuela austriaca)

7.- Leyes de aranceles “proteccionistas”, son impuestos a las importaciones, que las encarecen artificialmente, y a los rubros con ellas elaborados. Otorgan al productor nacional un privilegio, que condena al consumidor a pagar un sobreprecio.

8.- Leyes de subsidios, financiados con impuestos y multas, implican injustificadas transferencias de rentas, desde los contribuyentes hacia los beneficiarios privilegiados: grupos de interese especiales a favor de tal o cual sector de la actividad económica. Y también grupos de intereses “no económicos” o calificados de “no lucrativos” (¿?), que alegan un supuesto compromiso con la ciencia, cultura, bellas artes, salud, deporte, etc. En esta categoría entran los “Programas Sociales”, por los cuales se obliga a la clase media a mantener al menos a otras dos clases sociales: a) la clase política de los “redistribuidores”; b) aquellos pobres que a su nivel poseen las conexiones políticas apropiadas para recibir las migajas del banquete a título de beneficiarios, a cambio del voto.


A manera de conclusión rápida: No hay sustituto para la sociedad abierta, de gobiernos en sus funciones propias en lo político; de mercados libres en lo económico; y de respeto a la propiedad privada e instituciones independientes en lo social-cultural. Y como vía idónea a ese fin, no hay sustituto para toda la serie completa de privatizaciones (desestatizaciones); desreglamentaciones; des-tributaciones (eliminar y reducir impuestos); y garantías legales para las libertades, entre ellas las monetarias y bancarias, y las no económicas. 

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