jueves, 6 de octubre de 2011

Good Bye, American Way of Life.

Hugo Balderrama

Me duele escribir estas líneas, tengo un gran cariño y admiración por la tradición Norteamericana, pero considero que todos los que amamos la libertad debemos poner nuestro grano de arena en recuperar la gran obra que dejaron hombres de la talla de George Madison, Benjamin Franklin, George Washington y otros, estos personajes en el siglo XVIII llevaron a cabo la revolución más exitosa de la historia. El respeto por los derechos individuales considerados anteriores y superiores a todo gobierno, la independencia de la justicia en el marco de la división horizontal de poderes, la economía libre de intromisiones insolentes del aparato estatal y una permanente vigilancia y desconfianza al poder, han hecho de ese lugar de la tierra una bendición que atrajo, cobijó generosamente y alimentó a poblaciones de todas partes. Hace algún tiempo que se observan síntomas que tienden a revertir aquellos valores y principios esenciales, como la intromisión en guerras absurdas o la ley patriótica que convirtió al ciudadano promedio en un presunto criminal.

En esta nota me circunscribo a hablar sobre el tema de la economía, hare una pasada telegráfica a las gestiones de Bush y Obama que a opinión de varios expertos fueron las peores en cuando al manejo de la economía.

El origen de la crisis que padecemos se debe a la irresponsabilidad del aparato estatal con sus gigantescos gastos, endeudamientos desenfrenados, déficit astronómicos, empecinadas manipulaciones en la tasa de interés que hacen aparecer como rentables negocios que en verdad son antieconómicos, regulaciones asfixiantes en los mercados inmobiliarios y financieros, junto con un sistema absurdo de reserva fraccional dirigido por la banca central que pone a todos los bancos al borde del colapso cada vez que hay un cambio en la demanda de dinero.

La política de G. W. Bush dejó la economía en una situación lamentable. La tasa de crecimiento del gasto público sobre el PIB fue la más alta desde F. D. Roosevelt. Bush pidió cinco veces autorización al Congreso para incrementar la deuda federal, que llegó a representar durante su mandato el 70% del PIB (de la cual, la mitad está en manos de extranjeros, ya que no tenía suficiente con succionar los ahorros internos); absorbió el superávit fiscal que le dejó su predecesor e incurrió en un déficit colosal; incrementó notablemente el número de regulaciones absurdas que ya ocupan setenta y cinco mil páginas anuales

La participación del Estado en el conjunto de la renta nacional se ha multiplicado por diez desde la Primera Guerra Mundial: la burocracia del Gobierno central es hoy de treinta y cuatro millones de personas. Bush insistió en su tesis de starve the beast con la esperanza de que al recortar impuestos se redujera al gasto público; pero no, se elevó paralelamente de modo exponencial. Si se proyecta el presupuesto nacional al año 2017, todos los impuestos federales no alcanzan para financiar solamente el programa de la llamada "seguridad social", junto con el apoyo a las empresa cuasi-estatales Freddie Mac y Freddie Mae, para que otorguen prestamos con garantías irreales que originaron la burbuja financiera del 2008, tengamos también en cuenta que sólo durante los 18 años del mandato de Alan Greenspan al frente de la Reserva Federal, el IPC se incrementó un 74%.

Obama, en el contexto actual de un creciente desempleo, empeora a pasos agigantados el legado de Bush debido a la extensión de los "rescates" y a la profundización del ruinoso sistema de socialización de la medicina que no sólo implica nuevos y feroces gastos sino que pone en serio riesgo la salud de los norteamericanos, al ser un sistema de antemano quebrado como lo demostró Robert KiyosaKi en uno de sus best sellers. De cada dólar que gasta el gobierno central norteamericano, 42 centavos son deuda que hoy significa el 105% del PBI, en el contexto de haber duplicado en términos reales el gasto público durante la última década y con un déficit fiscal del 14% del PBI.

Para bien del mundo libre, es de esperar que se reaccione a tiempo en esta y en otras materias, puesto que el estatismo galopante que está en marcha en Estados Unidos afectará gravemente al resto del globo.

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