miércoles, 16 de abril de 2008

Orden y planificación

Por: J. Lizandro Coca Olmos
Por un lado, Karl Popper nos dice que considerando la siempre existente posibilidad de que las personas cometamos errores, no tiene sentido que una sociedad ponga su destino en manos de una o varias mentes, puesto que es mejor que los errores sean propios. Es una defensa al individualismo (que no es egoísmo) como posibilidad de que cada persona retenga para sí la mayor cantidad posible de opciones y responsabilidades en lo que atañe a su propia vida. Friedrich A. Hayek, por otro lado, afirma que no existe la probabilidad de que alguna mente en el planeta conozca las particularidades que hacen al orden de una sociedad moderna, que ese conocimiento está distribuido entre millones de mentes que, al planificar individualmente sus metas, hacen posible el orden espontáneo de la Sociedad Abierta. Si una persona o grupo de personas pretendieran planificar el orden de una sociedad, esta sería tan simple como una tribu de la antigüedad. Es decir, el orden deliberado o planificado por el Estado dentro de la Gran Sociedad es imposible, lo único a lo que podemos aspirar es a que los gobiernos establezcan reglas básicas de convivencia (p.e. respeto a los derechos fundamentales) y garanticen que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos y libertades plenamente y en igualdad de oportunidades.

Es falso que dentro de la sociedad occidental (que es la que más se ha acercado al ideal de Sociedad Abierta) no existan el orden y la planificación. Existe el orden espontáneo, donde los ciudadanos se comportan en base a reglas que se han construido evolutivamente, que no necesariamente conocen, pero que han adquirido por ser el conjunto de posibles respuestas a posibles situaciones que mejor han respondido a las necesidades de sobrevivencia y superación humanas. Ninguna mente genial las inventó trazándose como meta la construcción de la sociedad actual, simplemente fueron adquiridas por los seres humanos a través del método de la prueba y el error. Las respuestas que ofrecieron resultados insatisfactorios fueron desechadas y las que lograron cumplir ciertas expectativas fueron convirtiéndose en las reglas de las sociedades.

En la economía sucede un tanto de lo mismo, cada ciudadano planifica individualmente su administración económica. Quien va a comprar distribuye su presupuesto durante el mes, de tal forma que le alcance para cubrir sus necesidades básicas y, si es posible, guardar algo para posibles contratiempos. Quien va a vender, define cuánto va a destinar a la compra de productos, cuánto puede agregar al precio original sin que el aumento sea irracional, de tal forma que pueda cubrir sus gastos y recuperar su capital para reiniciar el ciclo. Quien va a invertir en algún emprendimiento debe planificar en base al precio de la materia prima que va a requerir, los medios de producción, la fuerza de trabajo, los préstamos, las licencias, los envases, la electricidad, el diesel, los impuestos, los vaivenes del mercado, los bloqueos, las inundaciones, las sequías, etc. En realidad, en una Sociedad Abierta, donde existe el libre mercado, la economía está planificada en base a una red de planificaciones individuales. Cada persona planifica el pedazo que le corresponde de la economía de su sociedad.

Entonces, es verdaderamente absurdo que hoy nos propongan que vamos a tener un Estado planificador de la economía, un Estado empresario, regulador, cobrador de impuestos, definidor del "precio justo", en resumen, un Estado interventor de la economía. Recordemos que en la extinta Unión Soviética, existía un grupo de "expertos" encargados de definir el precio de miles de productos, y que por esa evidente imposibilidad de tener el conocimiento de todos los particularismos que articulan el orden económico, terminaban imponiendo precios absurdos e irreales, llevando al Estado soviético a la quiebra. Quienes creen que la intervención del Estado le hace bien a la sociedad no han leído nada de historia, o no han aprendido nada de ella, porque no la han entendido o no la quieren entender, y pretenden continuar con la fatal arrogancia de creerse capaces de planificar en unas horas un orden que a la humanidad le ha costado miles de años construir.

Ya lo dijo Friedrich A. Hayek "Mientras más planifica el Estado, más difícil les resulta a los individuos planificar"

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