Hugo Balderrama F.
Para ampliar la base de contribuyentes, lo primero que debe hacerse es premiar el trabajo en la economía formal.
Desde hace décadas, el sistema tributario funciona con los incentivos equivocados: se castiga el trabajo en la economía formal y se fomenta una cultura de los “abusados” que se las ingenian para vivir a costillas de los demás.
Hay toda una cultura del parasitismo. Se festeja al “abusado” que puede vivir del erario sin aportar y se moteja de tonto a quien trabaja y cumple con sus obligaciones fiscales.
Las tasas progresivas en los IMPUESTOS al ingreso funcionan como una amenaza a la creación de riqueza: “no te atrevas a preferir el trabajo sobre el ocio porque te cobraremos cara tu osadía, hasta expropiarte todo el fruto de tu trabajo”.
Contribuyente no es sólo quien paga IMPUESTOS, sino quien contribuye con su trabajo al crecimiento del país.
El actual sistema, en lugar de reconocer esa contribución la castiga, agregando al trabajo en la economía formal multitud de trabas, tasas progresivas de IMPUESTOS (si trabajas más, te quitamos más), trámites absurdos y onerosos y, para colmo, la prohibición de acumular capital: “No salgas de la mediocridad, no ahorres para convertirte en un odioso capitalista o en un pequeño burgués; gasta, despilfarra, derrocha el trabajo tuyo y el de los demás”.
El principal responsable de la evasión fiscal en Bolivia es el sistema tributario. Pensar que la evasión puede combatirse con medidas persecutorias o con mayores intimidaciones sólo empeora las cosas. Es preciso modificar de raíz la relación entre fisco y contribuyentes. Entre gobierno y ciudadanos.
Por eso, la propuesta de Reforma Fiscal de acuerdo a la consigna de IMPUESTOS “bajos y parejos” se fundamenta, antes que nada, en el rediseño del impuesto al ingreso de las personas físicas, de acuerdo a una tasa única de 15 por ciento (a partir de 5.000 pesos de ingresos mensuales acumulados).
Es, también, el mejor mecanismo para “formalizar” a la mayor parte de la economía informal. No se trata de que las infanterías de la poderosa economía informal (que son legión) sean vistas como fuentes de recaudación, sino que, a través de la formalización de esas infanterías (premiándolas por salir de la informalidad) obliguemos a los grandes parásitos, a los zares que explotan la economía informal, a pagar IMPUESTOS.
Desde hace décadas, el sistema tributario funciona con los incentivos equivocados: se castiga el trabajo en la economía formal y se fomenta una cultura de los “abusados” que se las ingenian para vivir a costillas de los demás.
Hay toda una cultura del parasitismo. Se festeja al “abusado” que puede vivir del erario sin aportar y se moteja de tonto a quien trabaja y cumple con sus obligaciones fiscales.
Las tasas progresivas en los IMPUESTOS al ingreso funcionan como una amenaza a la creación de riqueza: “no te atrevas a preferir el trabajo sobre el ocio porque te cobraremos cara tu osadía, hasta expropiarte todo el fruto de tu trabajo”.
Contribuyente no es sólo quien paga IMPUESTOS, sino quien contribuye con su trabajo al crecimiento del país.
El actual sistema, en lugar de reconocer esa contribución la castiga, agregando al trabajo en la economía formal multitud de trabas, tasas progresivas de IMPUESTOS (si trabajas más, te quitamos más), trámites absurdos y onerosos y, para colmo, la prohibición de acumular capital: “No salgas de la mediocridad, no ahorres para convertirte en un odioso capitalista o en un pequeño burgués; gasta, despilfarra, derrocha el trabajo tuyo y el de los demás”.
El principal responsable de la evasión fiscal en Bolivia es el sistema tributario. Pensar que la evasión puede combatirse con medidas persecutorias o con mayores intimidaciones sólo empeora las cosas. Es preciso modificar de raíz la relación entre fisco y contribuyentes. Entre gobierno y ciudadanos.
Por eso, la propuesta de Reforma Fiscal de acuerdo a la consigna de IMPUESTOS “bajos y parejos” se fundamenta, antes que nada, en el rediseño del impuesto al ingreso de las personas físicas, de acuerdo a una tasa única de 15 por ciento (a partir de 5.000 pesos de ingresos mensuales acumulados).
Es, también, el mejor mecanismo para “formalizar” a la mayor parte de la economía informal. No se trata de que las infanterías de la poderosa economía informal (que son legión) sean vistas como fuentes de recaudación, sino que, a través de la formalización de esas infanterías (premiándolas por salir de la informalidad) obliguemos a los grandes parásitos, a los zares que explotan la economía informal, a pagar IMPUESTOS.
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