Por:
Hugo Balderrama.
El mundo
atraviesa una de las peores crisis económicas de la historia solo comparable
con el crack de 1929, como era de esperar los analistas de la izquierda saltan
de alegría y según ellos tienen una razón más para demostrar el inminente fin
del modelo capitalista. Pero al igual que el década del 20 sus críticas tienen
un blanco errado y de hecho sus soluciones propuestas solo agravarían la
situación actual.
El origen de la crisis que padecemos se debe a
la irresponsabilidad del aparato estatal con sus gigantescos gastos,
endeudamientos desenfrenados, déficit astronómicos, empecinadas manipulaciones
en la tasa de interés que hacen aparecer como rentables negocios que en verdad
son antieconómicos, regulaciones asfixiantes en los mercados inmobiliarios y
financieros, junto con un sistema absurdo de reserva fraccional dirigido por la
banca central que pone a todos los bancos al borde del colapso cada vez que hay
un cambio en la demanda de dinero, nada de lo anterior puede considerarse
capitalismo liberal, la descripción corresponde a lo que mi buen amigo Alberto
Mansueti llama el Neoestatismo.
Los
estados siempre intentaron tener el control del dinero, por ejemplo en 1694 el
rey Guillermo III fundo el banco de Inglaterra; desde ese momento los mandones
no necesitaban arriesgar ni su popularidad ni su cuello decretando la subida de
impuestos, ahora para financiar sus gastos excesivos solo tendrían que imprimir
billetes el resultado fue la primera inflación masiva del reino. Ese experimento
de control estatal de la moneda fue combatido por los cristianos ingleses levantando
el argumento bíblico de pesos y medidas justas presente en Levito 19-35.
Situaciones
como la arriba descrita eran más bien excepciones y no la regla, la acuñación
privada de monedas funciono por muchos siglos. Los particulares entregaban oro
en bruto o en barras a los acuñadores y estos las convertían en monedas del
tamaño que el mercado demandaba, obviamente existía un precio acordado por el servicio.
El estado velaba por evitar el fraude, al igual que con cualquier otro tipo de
mercancías; ese sistema de orden espontaneo fue bautizado como el patrón oro
clásico.
El
abandono del patrón oro comenzó poco
antes del ingreso de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial, mediante la
creación de La Reserva Federal en 1913. A partir de ese momento se les
confiscaba los ahorros en oro a los norteamericanos y se les entregaba dólares
recién impresos. Esa fue la medida que provoco el boom artificial de los años veinte que luego desemboco en la
crisis del 29 que arrastro a gran parte de occidente ya atado al dólar.
Por
medio de los Bancos Centrales y sin patrón oro que haga de contención los
gobiernos se concentraron primero en la impresión monetaria hasta los 80 y a
partir de los 90 en la regulación estatal de crédito y la banca; que en ambos
casos resultan un eufemismo para disfrazar la puesta en circulación de billetes
sin respaldo (inflación).
El
sistema de reserva parcial que es el instrumento que usan los gobiernos para el
control de crédito consiste en que los bancos no mantienen el 100% de los
depósitos de sus clientes que deberían tener a la vista. Prestan una parte a
terceros, reteniendo únicamente una proporción de los ahorros conocida con el
nombre de encaje legal. La irregularidad existe desde el momento que el
banquero usa recursos ajenos, que tiene una consecuencia moral y una
consecuencia económica.
La
consecuencia moral es el uso de propiedad ajena sin autorización expresa del
titular, a diferencia de quienes guardan bienes fungibles como maíz , azúcar o
aceite, que están obligados a devolver a sus depositantes el total de lo
depositado cuando lo reclamasen, la banca tiene un privilegio de manipulación
que vulnera el derecho de terceros. Esto último de ninguna manera va dirigido
contra los banqueros, la responsabilidad recae sobre las autoridades que
implantan regímenes de este tipo.
En lo
económico este régimen se encuentra bailando en la cuerda floja, ya que si por
cambios en las decisiones de los clientes, estos deciden hacer retiros masivos
de su dinero, se producen quiebras masivas con lamentables efectos para la comunidad
(Venezuela 1994, Argentina 2002, Bolivia
2010, Chipre 2012) en resumen con moneda enferma es imposible la existencia de
banca sana.
También
es equivocado y hasta mal intencionado afirmar que por medio del procedimiento
antes aludido, se logra ahorro forzoso. La falsificación monetaria no solo no
produce ahorro de ningún tipo, sino que, como hemos visto, tiende a disminuir
sustancialmente el poder adquisitivo de los que reciben rentas fijas (viudas,
jubilados y obreros de bajo rango).
Para terminar esta nota
tomare prestado una frase de un artículo de mi amigo y colega Mauricio Ríos
“Siendo la moneda el campo de la economía menos estudiado y sobre el que menos
se ha escrito, se ha cometido errores metodológicos tan grandes y el
desconocimiento teórico ha sido tal que, en vez de que –como diría Popper- nos
una más la infinita ignorancia en la que estamos inmersos, que el muy escaso
conocimiento que poseemos, se le ha permitido a la coactiva planificación
central cometer los mismos errores de descontrol financiero y distorsión
monetaria que han desembocado de manera recurrente en recesiones económicas. Es
por eso que el aspecto monetario también se convierte en el área más
trascendental de la economía en tanto no sea concebida como un genuino y
espontáneo proceso social de cooperación, pero no vaya a ser que, al igual que
con la relación Estado-Iglesia, se tarde 200 años en terminar con la relación
Estado-moneda.”