Por: Hugo Balderrama.
En las semanas pasadas el SIN (Servicio de Impuestos Nacionales), saco por los medios televisivos una serie de spots con el objetivo de generar una cultura tributaria, las historias son varias desde una pequeña que le pregunta al padre por la importancia de las facturas hasta un sujeto que el día del juicio frente a Dios es condenado por no pagar con sus obligaciones tributarias, en lo personal las propagandas de narras me provocaron una dosis alta de enojo, primero por el notable desconocimiento de economía y segundo por la arrogancia de los funcionarios estatales de jugar a Dios.
Los impuestos en la gran mayoría de los casos solo son un castigo a los que hacen las cosas bien, es decir ser productivo es una delito por el cual tienes que pagar el IVA, IT, IUE, ITF y demás, el argumento es que sin tus contribuciones no existiría escuelas, hospitales, carreteras y por lo tanto el estado no podría ayudar a los más necesitados; pero la realidad muestra exactamente lo contrario las cargas tributarias pesadas merman la tasas de capitalización de la economía con lo cual rebajamos los ingresos reales de todos especialmente de los más necesitados.
Todo billete pagado al fisco es dinero que no gastamos en comida, viajes, ropa, libros y muchos etc., por lo tanto son bienes que dejamos de demandar y de lógica no se producirán. Nuestros ingresos menguan el ahorro se torna más complicado como consecuencia tenemos una reducción de la inversión, ¿ya entiende ahora porque en el país no existen fuentes de empleo y las pocas que hay tienen salarios de sobrevivencia? Los Gobiernos asumen que gastan nuestro dinero mejor que nosotros mismos, ya que conocen mejor nuestras “necesidades reales”. Pero no es así. La carga tributaria del país es excesiva e injusta, donde el ciudadano promedio debe trabajar para complacer el ego de los mandones de turno, el sistema es una copia fiel del feudalismo.
Las tasas elevadas de impuestos, se traducen en precios más altos, que los productores los trasladaran a los comerciantes y estos a los productos finales, para que sea finalmente el consumidor que termine pagando ergo sus cantidades compradas serán menores, en lenguaje económico estaríamos frente a contracción del ingreso en términos reales.
Todos estos impuestos equivalen a empresas que no se inauguran, o no crecen, o reducen o cierran sus operaciones. A empleos directos que no se generan, e indirectos que tampoco ven la luz. A sueldos y salarios que no se ganan; y que por eso no adquieren rubros que tampoco se producen. Sus montos se recargan a los precios de las mercancías que se fabrican, importan o venden, con lo cual se encarecen; y si no pueden hacerlo, pues los ricos no dejan de satisfacer sus gustos caros, pero si dejan de invertir, y por consiguiente de crear riqueza y empleos. Quien se perjudica no es el rico; es la clase media y el pobre, al final los tributos solo perjudican la movilidad social y muchos casos se convierten en un privilegio para los que se encuentran arriba de la pirámide.
El crecimiento de una nación depende exclusivamente del progreso de cada uno de sus habitantes, de la acumulación de ahorro y riqueza individual; los sacrificios en nombre de la patria, de la nación y demás idioteces tribales, son la causa de la pobreza en gran parte de América Latina y la peor muestra de colonialismo intelectual.
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