Juan B. Alberdi (1810-1884), una de las figuras intelectuales de mayor peso de la América profunda. Creía en un proyecto liberal que liberaría a nuestros pueblos de las corrientes estatistas que dejaron en la miseria a miles de hombres y mujeres, desparramados por la geografía americana. Su mérito fue el haber impulsado el sendero liberal para sacar a esas regiones de los abusos y atropellos del intervencionismo y del mercantilismo que heredaron de la España imperial. Hoy, América Latina se embarcó en un proyecto de democracia y de mercado como opción para promover la riqueza material y participar en el comercio internacional de acuerdo a las ventajas comparativas y competitivas. Juan Bautista Alberdi, apostó al futuro económico y político de Argentina con un modelo político de origen liberal. El fruto de esa reflexión política e intelectual fue su obra magna Bases y puntos de partida par ala organización política de la República de Argentina (1854). Fustigó ese Estado devorador y depredador. El gobierno no ha sido creado para hacer ganancias, sino para hacer justicia; no ha sido creado para hacerse rico, sino para ser el guardián y centinela de los derechos del hombre, el primero de los cuales es el derecho al trabajo, o bien sea la libertad de industria. Un comerciante que tiene un fusil y todo el poder del Estado en una mano y la mercadería en otra es un monstruo devorador de todas las libertades industriales. El gobierno que se hace banquero, asegurador, martillero, empresario de industrias en vías e comunicación y construcciones de otro género, sale de su rol constitucional; y se excluye de esos ramos a los particulares, entonces de alza con el derecho privado y con la constitución echando a la vez al país en la pobreza y en la arbitrariedad. No hay peor agricultor, pero comerciante, pero fabricante que el gobierno (Jorge Mayer. El pensamiento vivo del Alberdi. Editorial Losada, Buenos Aires, 1983, pp. 61-63) Alberdi estaba convencido de que la empresa privada es la clave para el desarrollo económico de los pueblos y una alternativa frente al Estado omnipotente. La empresa privada es el fruto del trabajo, de la iniciativa, de la creatividad y de la innovación. Mientras tanto, el Estado omnipotente utiliza el poder policial para castigar el éxito como premio del trabajo innovador y creador y se enriquece mediante la expropiación arbitraria de los bienes ajenos y los reparte mediante el esquema clientelar entre sus amigos y familiares. En ese sentido, examinó con detenimiento la civilización que protege los derechos fundamentales del hombre, de la libertad de pensamiento y de la libertad de empresa. Sobre ese aspecto, dijo: He vivido veinte años en el corazón del mundo más civilizado y no he visto que la civilización signifique otra cosa que la seguridad de la vida, de la persona, del honor, de los bienes. La civilización no es el gas, no es el vapor, no es la electricidad, como piensan los que no ven sino su epidermis. La civilización no es tampoco el gran rendimiento de la aduanas, que se mide por las tarifas, como creen los que hacen del gobierno su industria de ganar fortuna (idem, 82). Dejó este mensaje para aquellos pueblos que creen ver en el subsuelo el destino de su prosperidad material y cultural:Dichosos los pueblos que tiene por morada un suelo pobre; Ellos serán como la Prusia, como la Holanda, como la vieja Inglaterra en Europa y la nueva Inglaterra en América. Todo está compensado bajo el sol: el suelo pobre produce al hombre rico. Desgraciados pueblos los que habitan un suelo que produce sin cultivo. Ellos serán como Egipto, el Asia Menor, La India, la América tropical. El ocioso, es decir el pobre, nace entre el plátano y la caña de azúcar (p. 82). En esa perspectiva, este autor resaltó la importancia política y pedagógica de la libertad individual como camino para combatir a esos gobiernos autoritarios y personalistas que pretenden asumir el control absoluto sobre la vida y los bienes de las personas: La libertad individual, que es la capital libertad del hombre, es la obrera principal e inmediata de todos sus progresos, de todas sus mejoras, de todas las conquista de las civilización en todas y cada una de las naciones. Pero la rival terrible de esa hada de los pueblos civilizados es la patria omnipotente y omnímoda, que vive personificada fatalmente en gobiernos omnímodos y omnipotentes, que no la quieren porque es límite la libertad e la patria es una faz de la libertad del hombre civilizado, fundamento y término de todo el edificio social de la raza humana (Juan Bautista Alberdi. La omnipotencia del Estado La omnipotencia del estado es la negación de la libertad individual. Colección Campeones de la libertad, Buenos Aires, 1986, p. 29). Por tanto, América Latina tiene en Juan Bautista Alberdi un horizonte luminoso para impulsar su riqueza económica e intelectual en el ámbito liberal y llegará el fin el de las creencias estatistas y mesiánicas que tanto daño económico y moral ha ocasionado a nuestros pueblos.
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