jueves, 27 de diciembre de 2007

Impuestos vs Talentos

Miami (AIPE)- Una de las cosas que más disgusta a los políticos sobre la globalización, y también de la explosión informativa en internet, es que las naciones en el siglo XXI tendrán que competir cada día más para atraer tanto a las inversiones como al capital humano.
Es muy lindo ir de viaje de vacaciones a Suecia o Dinamarca, pero un ejecutivo o técnico que quiera irse a trabajar a uno de esos paraísos de “bienestar social”, tan alabados por la izquierda latinoamericana, le descontarán 60 por ciento de su sueldo en impuesto sobre la renta. Y si escoge Francia, Bélgica o Nueva York, el gobierno le quitará 40 por ciento. Países como Italia y Alemania siguen a la par en despojo gubernamental, por lo que brillantes jóvenes ejecutivos que quieren ahorrar, para poder comprarse una casa o invertir en la bolsa de valores, estudian la posibilidad de trabajar en Dubai (Emiratos Árabes Unidos) o Qatar, donde el impuesto sobre la renta es cero. Esto no solamente resulta muy atractivo para los jóvenes que están comenzando a ahorrar, sino también para los ya bastante viejos –y experimentados- que ven acercarse la fecha de su jubilación y no cuentan todavía con ahorros suficientes para mantener su actual nivel de vida.
El primer paraíso impositivo de gran éxito lo creó el escocés Sir John Cowperthwaite, Secretario de Finanzas de Hong Kong desde 1961 a 1971, quien describía su política económica como “el no-intervencionismo positivo”. Ese genial burócrata estableció el primer impuesto sobre la renta de tasa única, copiado con inmenso éxito por varias naciones ex comunistas de Europa oriental que han logrado así aumentar la recaudación total bajando la tasa impositiva y haciéndola pareja para todos. Sir John, quien fue miembro de la Sociedad Mont Pèlerin y falleció en enero de 2006, gozaba de otra característica poco común en la administración pública, modestia personal, como lo comprueba esta famosa frase suya: “Yo hice muy poco. Todo lo que hice fue tratar de prevenir algunas cosas que pudieran trastornarlo”.
Cowperthwaite era tan decidido defensor de la libertad individual que no publicaba estadísticas económicas por temor a que fuesen utilizadas por otros funcionarios para entrometerse y planificar. Así, cientos de miles de chinos refugiados del comunismo pudieron transformar esa inhóspita región de apenas 1.077 kilómetros cuadrados, con un puerto como única riqueza natural, en un moderno paraíso capitalista. El laissez-faire y bajos impuestos de Cowperthwaite lograron que el ingreso per cápita de Hong Kong, que en 1960 equivalía apenas al 28 por ciento del de Gran Bretaña, se multiplicara y alcanzara para 1996 -el año antes de la devolución de esa colonia inglesa a China-, 37 por ciento por encima del de Gran Bretaña, país que ya entonces gozaba del inmenso auge logrado por la primer ministra Thatcher. Hoy, Hong Kong sirve a la nueva China de guía sobre lo que se puede alcanzar con libertad económica.
Países asiáticos como Taiwán, Singapur, Corea del Sur y China son los más atractivos con respecto a los impuestos, mientras que América Latina tiende a seguir los pasos de Europa occidental y en Estados Unidos todavía escuchamos a los políticos -como también a empresarios mercantilistas- insistir que el proteccionismo y altos muros contra la inmigración benefician a los trabajadores y fomentan el crecimiento económico. Hong Kong es prueba de todo lo contrario y ocupa, año tras año, el primer puesto en el Índice de Libertad Económica.
___* Director de la agencia AIPE.

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