lunes, 8 de diciembre de 2014

Sobre el joven rico

Alberto Mansueti
Todo este embrollo lo han armado los socialistas; y como la gente no sabe nada de la Biblia, se confunde y se enreda. Léase bien el episodio del “joven rico”, en Mateo 19:16; Marcos 10.17-31; Lucas. 18.18-30. Pero sabiendo que un camello no puede pasar por el ojo de una aguja; es imposible. No es eso que dicen por ahí, que “Aguja era el nombre de una puerta de la ciudad de Jerusalén”; o de “una cuerda que se enhebraba, y que en hebreo se nombraba con una palabra parecida a camello”, etc.
La verdad del asunto es bien simple, y está en el diálogo. Que pase un camello por el ojo de una aguja es tan imposible como poder uno hacer “algo”, X, Y o Z, o dejar de hacer A, B o C, para ganarse la eternidad con Dios por mérito propio. La vida eterna en compañía de Dios es un regalo, y obviamente el regalo es de Dios. Esa es la lección de Jesús: es imposible para el hombre (rico o no rico), ganar el Cielo por sí mismo, sea cumpliendo mandamientos, sea queriendo comprar la vida eterna, sea dando sus riquezas a los pobres. Es sin embargo posible para Dios, y sólo para Dios.
¿Cuál es la pregunta del “joven rico”? Una pregunta que nada tiene que ver con riqueza; sino con vida eterna: “¿Qué puedo hacer yo para ganarme la vida eterna?” Esa pregunta inicia el diálogo. Lo de la riqueza viene luego. ¿Y cuál es la respuesta correcta? NADA, absolutamente; porque la salvación es por gracia. “La Salvación es de Jehová”: Salmo 37:39; Isaías 33:22; Jonás 2:9. Eso enseña la Biblia. Y seguro el joven lo sabía. Sólo que Jesús quiso que considerase otra vez la cuestión. Por eso le recordó la lista de los mandamientos.
Y como el joven le dijo que los observaba desde niño, le habló Jesús de dar su fortuna a los pobres. Pero no para ganarse él mismo la eternidad con Dios, ni para hacer “justicia social”, sino para desligarse de sus negocios, a fin de convertirse en discípulo, otro detalle que pasan por alto las interpretaciones populares.
El joven preguntó por la Vida Eterna. No es algo que uno se “gana” o puede ganar cumpliendo reglas, como dicen los pelagianos y semipelagianos católico-romanos, y los arminianos y wesleyanos evangélicos. Y como cree también la inmensa mayoría de la gente, que no sabe nada de estos temas. Ni es algo que puedan los ricos comprar con sus riquezas, sin duda. Pero tampoco pueden los ricos “ganarla” vendiendo sus riquezas y dando el dinero a los pobres, como los socialistas dicen, pero no hacen. Porque no es cosa que uno pueda obtener haciendo o dejando de hacer esto o lo otro.
¿Y el discipulado? Ah sí, eso es otra cosa: para eso hay que dejar muchas cosas. Obvio. Y para eso el caballero en cuestión no estaba listo.
Esas son las dos lecciones que enseñó Jesús al joven rico. Y a sus discípulos presentes. Porque cuando dice que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar nadie por sus propios méritos en la Salvación, por más normas legales o morales que haya cumplido, o por más rico que sea, o socialista, sus discípulos le hacen otra pregunta: “¿Y quién, pues, podrá ser salvo?” Respuesta: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.”

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