domingo, 24 de agosto de 2008

La Teología de la libertad

Por Robert A. Sirico
The Wall Street Journal
Ahora la Iglesia ve la conexión entre el socialismo y la pérdida de libertades.
Los obispos, sacerdotes y otros líderes de la Iglesia Católica en Latinoamérica solían ser un aliado confiable de la izquierda, gracias a la influencia de la "teología de la liberación", la cual trata de ligar al Evangelio a la causa socialista. Hoy, la Iglesia empieza a reconocer la conexión entre el socialismo y la pérdida de la libertad, lo que está produciendo un cambio en su manera de pensar.
En una región que es más de un 90% católica, este cambio podría tener enormes implicaciones. Una Iglesia que haga hincapié en la libertad podría jugar un papel en Latinoamérica similar al que jugó en Europa del Este durante los años 80, como un contrapeso en defensa de la libertad, durante una época de auge del despotismo.
Una prueba de este cambio se encuentra en un comunicado reciente de los obispos católicos de Venezuela: atacaron la agenda política del presidente Hugo Chávez por su asalto a la libertad bajo el disfraz de ayudar a los pobres. Es moralmente inaceptable, decía el comunicado, y significa un retroceso para el país en términos del respeto a los derechos humanos.
El comunicado de los obispos desde Caracas no fue el primer desafío presentado por la Iglesia a Chávez. El fallecido Cardenal Rosalio Castillo presentó alguna vez la visión de la Iglesia sobre el socialismo bolivariano. El gobierno, explicó, aunque elegido democráticamente, se estaba transformando en una dictadura. Le preocupaban los resultados de este proceso. "Todos los poderes están en manos de una persona que los ejerce de una manera arbitraria y déspota, no con el interés de conseguir el bien común de la nación, sino por un proyecto político arcaico y retorcido: el de implantar en Venezuela un régimen desastroso como el que Fidel Castro ha impuesto en Cuba…"
En México, la Iglesia también se ha enfrentado a la izquierda radical. El mes pasado, un grupo de 150 personas asociadas con el socialista Partido de la Revolución Democrática (PRD) entraron a la catedral de la capital un domingo en la mañana cuando comenzaba la misa. La turba volteó bancos, denunció a los sacerdotes y pronunció arengas anticlericales. El PRD asegura que no fue directamente responsable. Pero el mensaje era claro: cualquiera que no esté a favor de la militancia colectivista está en contra de ella.
Estos son tan sólo dos ejemplos de la creciente tensión entre la Iglesia Católica y la extrema izquierda en Latinoamérica. En Argentina y Cuba, la Iglesia también está asumiendo el rol de la oposición.
Es importante anotar que los líderes de la Iglesia que están desafiando a gente como Chávez no están recomendando que la Iglesia se involucre en política. Su posición, que está de acuerdo con las enseñanzas del Papa Benedicto XVI, es que la relación entre la Iglesia y el Estado en Latinoamérica es compleja y que debería haber una separación clara. Pero también saben la importancia de preservar la libertad y el pluralismo.
Los casos de involucramiento político que hemos leído con más frecuencia tienen que ver con una colaboración con las llamadas "dictaduras de derecha". Pero no se sabe en qué sentido difieren del total control estatal o "dictaduras de izquierda". La teología de la liberación puede apelar al clero con conciencia social, sin embargo también politiza el rol de la Iglesia al bendecir otra forma de control totalitario.
La teología de la liberación apareció hace cerca de tres décadas. La Biblia inculca la preocupación por los pobres, dijeron los teólogos liberacionistas, y luego fueron un paso más allá al decir que Jesús fue un símbolo y defensor de la guerra de clases para expropiar a los ricos en beneficio de los pobres.
Hoy en día, la teología de la liberación aún está de moda y, debido a la confusión intelectual en Latinoamérica, muchos aún creen que el socialismo de Chávez, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, e incluso de Fidel Castro, ofrece esperanza a los pobres. Cuando Chávez anuncia que "democratizará" las propiedades para golpear a los ricos, puede contar con los vítores de muchos admiradores religiosos.
Los líderes sinceros de la Iglesia, que están justamente convencidos de su misión especial para asistir a lo pobres, a veces son atraídos por la falsa esperanza de que impuestos más altos, la redistribución de la tierra, la nacionalización de las industrias y los grandes proyectos gubernamentales ofrecen una salida. Esto es trágico debido a que amenaza con inmiscuir a la Iglesia en la política, poniendo en riesgo su reputación y el mensaje del Evangelio en una agenda política.
Al menos 100 años de evidencia contradicen la afirmación de que un Estado más poderoso (eso es todo lo que la teología de la liberación ofrece) es el medio adecuado para el avance material. Nadie gana nada al aplastar a los ricos, aparte del Estado. Lo que la sociedad necesita no es la expropiación, sino una ampliación de las oportunidades para que todas las clases mejoren sus estándares de vida.
Sólo hay un camino hacia la liberación y es una genuina liberalización de la vida económica y política, que separe al Estado, no sólo de la Iglesia, sino de la cultura y de la vida comercial de la nación.
En mis viajes por la región he detectado una reconsideración honesta. Los líderes presentes y futuros parecen estar reconociendo que, para que la clase media crezca, se necesita tener una comprensión más vibrante de cómo funciona el mercado, en donde la gente se gana la vida. También existe la necesidad de un entendimiento más profundo de los riesgos morales y las oportunidades que la economía política presenta.
La Iglesia, pese a los terribles golpes a su credibilidad en los últimos años, está en la mejor posición para proveer liderazgo y asumir un rol de enseñanza en este momento. Los textos del Papa Benedicto proveen una base sólida. El Papa advierte sobre los riesgos del poder y sus efectos moralmente corruptores, así como los efectos materialmente corrosivos de las políticas socialistas.
La Iglesia puede proveer un liderazgo independiente en la sociedad. Sobre todo, debe haber una independencia de la política. Expandamos ese modelo de independencia a todos los sectores de la sociedad. Así, Latinoamérica se volvería menos vulnerable a los déspotas, desarrollaría una pujante clase media y aseguraría un futuro de libertad y prosperidad. En el rol de la oposición, la Iglesia Católica puede encontrar su verdadera voz como defensora de los derechos humanos y la libertad.
El Padre Sirico es presidente del Instituto Acton, en Grand Rapids, Michigan.

La importancia de la desigualdad

Por Alberto Benegas Lynch (h)
Todos los seres humanos somos distintos desde muy diversas perspectivas, lo cual hace que los resultados de nuestras acciones sean también distintos. Y esto permite la cooperación social, es decir, el intercambio de ideas, de bienes y de servicios. Si a todos los hombres les gustara la misma mujer o si todas las personas de dedicaran a la medicina el mundo estaría en graves problemas, tan complicados que sucumbiría la raza humana. La desigualdad en infinidad de manifestaciones humanas es, por tanto, una bendición. Hasta la conversación sería tediosa sin diferencias de perspectivas, intereses, vocaciones y talentos.
Dentro de estas desigualdades debe subrayarse la de rentas y patrimonios que en una sociedad abierta es fruto de las diferentes calidades de servicios y bienes que se ofrecen en el mercado a juicio de los consumidores. En la medida en que se acierte con los gustos y preferencias de los demás se obtienen ganancias y en la medida en que se yerre se incurre en quebrantos. Las consecuentes posiciones patrimoniales no son irrevocables. Dependen de la capacidad de ajustarse a los cambios que diariamente tienen lugar en las valorizaciones de las personas. Como los recursos son limitados en relación a las necesidades, esta es la mejor manera de que los factores de producción se encuentren en las mejores manos, lo cual, a su turno, hace que los ingresos y salarios resulten los más elevados posibles debido a que se maximizan las tasas de capitalización. Es lo que se denominan externalidades positivas.
Sin embargo, vivimos la era de la enfermiza obsesión por el igualitarismo. Se sostiene que en la carrera por la vida todos deben partir del mismo punto de largada para así tener “igualdad de oportunidades” y, en todo caso, los que mejor corren llegarán a los primeros puestos. Pero esta metáfora deportiva es autodestructiva ya que al que llega primero habrá que nivelarlo en la próxima largada de la carrera si se quiere seguir con la referida línea argumental de otorgar a todos iguales oportunidades, con lo que se habrá perdido el sentido del esfuerzo durante la carrera.
Como hemos apuntado en otras circunstancias, la llamada igualdad de oportunidades es incompatible y mutuamente excluyente con la noción de la igualdad ante la ley ya que para otorgar aquella igualdad deben asignarse derechos distintos. Si al mal jugador de tennis se le pretende otorgar igualdad de oportunidades con el profesional habrá, por ejemplo, que prohibirle a este último a que juegue con el brazo que habitualmente usa en el partido con lo que se habrá conculcado su derecho. La igualdad es ante la ley y no mediante ella. Para que todos tengan los mismos derechos no debe imponerse la igualdad de oportunidades, con lo que todos tendrán mayores oportunidades (no iguales). En uno de mis libros me detuve a analizar críticamente la obra de John Rawls sobre la materia, especialmente en lo referente a los talentos naturales y adquiridos. Aquí me detengo en otros aspectos.
En este contexto, la preocupación por atender la dispersión del ingreso a través del Gini Ratio y otras mediciones no resultan relevantes puesto que lo importante es el establecimiento de marcos institucionales que hagan posible el mejoramiento de todos, independientemente de las diferencias de rentas y patrimonios entre cada uno de los miembros de la sociedad, las cuales, como queda dicho, son el resultado de las respectivas productividades en un mercado abierto (no, desde luego, si se aceptan empresarios prebendarios que hacen negocios en los despachos oficiales).
Estas desigualdades resultantes son fruto de los resultados que cada uno produce y no del esfuerzo realizado (que podrá ser inmenso pero con resultados deficientes a criterio de los demás). Como dice Thomas Sowell, no se trata de lo que se conjetura ocurrirá en el tribunal de Dios el día del Juicio Final sino de lo que específicamente cada uno contribuye para atender los requerimientos del prójimo. También el mismo autor señala que la desigualdad está tan arraigada en la naturaleza humana que incluso la misma persona no es igual a si misma en días diferentes, pero a pesar de ello los esfuerzos del igualitarismo están tan popularizados que no solo el aparato estatal pretende distribuir ingresos (dice que no se debería utilizar esa expresión ya que “los ingresos no se distribuyen sino que se ganan”) sino que en manifestaciones cotidianas también se pone de relieve el deseo de la igualdad cuando se elimina el señor o señora o al religioso el uso de Padre, Pastor, Rabino o Muecín (a pesar de que no hay sacerdotes en el Islam) e incluso se eliminan los apellidos de las personas circunscribiendo la identificación al nombre de pila, lo cual, a veces, se extiende a los hijos que se dirigen a sus padres también por el nombre de pila, siempre al efecto de limar diferencias y generalizar la guillotina horizontal.

lunes, 4 de agosto de 2008

Apostillas sobre los Estados Unidos

Por Alberto Benegas Lynch (h)El Economista, Madrid
Resulta sumamente gratificante cada vez que se constata la independencia de criterio y la capacidad para la crítica y la autocrítica. Acaba de salir a la venta What Happened. Inside the Bush White House and Washington´s Culture Deception del ex portavoz de la Casa Blanca, Sott McClellan, el segundo de cuatro secretarios de prensa que estuvo con G.W. Bush cuando era gobernador de Texas y dos años al frente de la mencionada responsabilidad en la capital estadounidense.
Entre otras cosas, el libro de marras señala que el actual presidente optó por una campaña de propaganda política en lugar de decir la verdad al efecto de justificar la patraña de la llamada invasión preventiva en Irak que McClellan dice que fue a todas luces innecesaria. Esto no hace más que repetir lo dicho por personas responsables desde distintos rincones del planeta, lo cual fue confirmado con una claridad meridiana por Richard Clarke -el ex asesor en temas de seguridad para cuatro presidentes (incluyendo a Bush II)- en su escalofriante libro publicado hace más de cuatro años titulado Against All Enemies. Inside América´s War on Terror.
En éstas líneas quiero traer a colación unas reflexiones del entonces senador Robert A. Taft reproducidas en The New York Times en mayo 21 de 1940 al advertir de los serios peligros de que Estados Unidos se embarque en la Segunda Guerra Mundial: “Hay muchas más posibilidades de peligro de infiltración totalitaria que proviene del New Deal [de Roosevelt] de los círculos de Washington que todo lo que proviene de las actividades de los bandos nazis y comunistas” y que la entrada en la guerra “liquidará más fácilmente la democracia en América [Norteamérica] que la dictadura alemana”. Taft no hacía más que seguir la tradición estadounidense iniciada por George Washington, quien escribió en 1795 en correspondencia dirigida a Patrick Henry: “Mi ardiente deseo es, y siempre ha sido, cumplir estrictamente con todos nuestros compromisos en el exterior y en lo doméstico; pero mantener a los Estados Unidos fuera de toda conexión política con otros países”. Siendo Secretario de Estado de James Monroe, John Quincy Adams declaró que “América [Norteamérica] no va al extranjero en busca de monstruos para destruir. Desea la libertad y la independencia para todos. Es el campeón solamente de las suyas. Recomienda esa causa general por el contenido de su voz y por la simpatía benigna de su ejemplo.
Sabe que alistándose bajo otras banderas que no son la suya, aún tratándose de la causa de la independencia extranjera, se involucrará mas allá de la posibilidad de salir de problemas, en todas las guerras de intrigas e intereses, de la codicia individual, de envidia y de ambición que asume y usurpa los ideales de libertad. Podrá ser la directriz del mundo pero no será mas la directriz de su propio espíritu”.
Y, posteriormente, Henry Clay, en 1852, en la cámara de senadores, manifestó que “Por seguir la política a la que hemos adherido desde los días de Washington hemos tenido un progreso sin precedentes; hemos hecho más por la libertad en el mundo que lo que las armas pudieran hacer, hemos mostrado a las otras naciones el camino de grandeza”. La Primera Guerra hizo famosos a tres personajes desconocidos: Lenin, Hitler y Mussolini, y en la Segunda se entregaron las tres cuartas partes de Europa a Stalin.
Más adelante se intervino en Corea (un problema policial según Truman) y se dejó medio país en manos comunistas, se intervino militarmente en Vietnam para “salvarlos de la amenaza comunista” en una parte de su territorio y quedó todo el país bajo las garras comunistas, se intervino en Somalía para imponer orden y quedó el caos, se invadió Haití para establecer la democracia y quedó la tiranía, se inmiscuyeron en Bosnia y dejaron tras sí una guerra civil, irrumpieron en Kosovo para introducir una democracia multiétnica y comenzó “la limpieza étnica”, se impuso el Sha en Irán y dejó como resultado el fundamentalismo de los ayatholas y sus acólitos, se intervino reiteradamente en Centroámerica con el lamentable resultado de haber fortalecido las izquierdas a raíz de embajadores como James Cheek (Guatemala) que sostuvo que la solución para esos países “es un comunismo moderado” y Robert White (El Salvador) que insistía en su “apoyo incondicional a las políticas socialistas, que son las del futuro”.
Norteamérica mantuvo las tiranías de Ferdinand Marcos en Filipinas y de Suharto en Indonesia, 25.000 soldados invadieron Panamá matando 3.000 inocentes porque Noriega ya no respondía a las directivas de Washington y se sigue con la autodestructiva guerra antinarcóticos en Colombia con los mismos efectos que tuvo la Ley Seca en Estados Unidos. Esta nefasta política exterior ha tenido “como broche de oro”, en su momento, la financiación del gobierno de Estados Unidos a Bin Laden y también la financiación a Saddam Hussein.
Actualmente en Estados Unidos -que ha descollado como el baluarte del mundo libre y esperemos que revierta sus políticas de los últimos tiempos y lo siga haciendo- se lesionan gravemente las libertades individuales en nombre de “la seguridad nacional”. En verdad, resulta paradójico que, en su época, los así denominados “aislacionistas” respetuosos de la tradición estadounidenses, han sido más intergracionistas que los autistas modernos liderados por el cow-boy de hoy (que hasta camina con los brazos ubicados como si fuera a desenfundar un arma en cualquier momento) que también pone en jaque a la economía de su país debido a los astronómicos aumentos del gasto público y la fenomenal deuda estatal. En medio de esta cuadro patético de situación, la Secretaría de Estado en funciones -Condoleezza Rice- acaba de reclamar al Congreso un aumento del personal de planta para esa repartición...al efecto seguir con la faena “de construir y reconstruir naciones”(sic).
El autor es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias, en Argentina.