Por: Alberto Mansueti
Al menos en parte.
Vea Ud.: el próximo domingo son las elecciones presidenciales, y esta
semana es la última de la campaña. La izquierda oficialista va a ser
reelecta, y con amplísimo margen de ventaja; lo más probable es que no
haya segunda vuelta. Claro, es que como puse en otro artículo: si hay
original, nadie quiere copias.
El Gobierno de Evo Morales y su partido
el Movimiento Al Socialismo se han negado a sostener un debate público.
¿Por qué? El vicepresidente Álvaro García Linera lo dijo hace pocos
días: “La oposición carece por completo de un proyecto alternativo. Por
tanto, nada hay que discutir.”
Tiene razón en eso. O sea: no hay un
proyecto alternativo al socialismo, de signo opuesto, un llamado al
capitalismo liberal. ¿De qué van a discutir entonces? ¿Del color de la
ropa? ¿O de los zapatos? Es lo único que faltó, en una campaña electoral
gris y desabrida, por todas las toldas, ideológicamente vacía, llena de
puras acusaciones y descalificaciones por asuntos personales. Aquí hay
un proyecto de país: el socialista; y no hay otro. En esa condición, los
debates están demás.
Ud. podrá pensar que es una falsedad del
Vicepresidente. No, mire: no es que lo diga él; es que ¡lo han dicho y
repetido hasta el cansancio los mismos candidatos opositores! A lo largo
de toda la campaña se han preocupado y ocupado en dejar bien claro, no
lo que harían en caso de resultar electos, sino lo que NO harían. Y en
eso, vale reconocer: han sido muy específicos, enfáticos y hasta
reiterativos.
Han dicho hasta por los codos y por
todos los medios que ellos no privatizarían absolutamente nada, ninguna
de las empresas, institutos y programas estatales; y que tampoco
cambiarían ni un ápice de las “políticas sociales” del Gobierno, y en
todo caso, en ese tema harían más de lo mismo: más populismo y no menos.
Y tampoco sustituirían o cambiarían ninguna de las políticas
socialistas de “educación y de salud”, de “la mujer”, y del “ambiente”, y
todas aquellas “políticas correctas” estatistas y socialistas, que todo
el mundo conoce porque son las vigentes y en curso.
O sea: se comprometieron firmemente a NO hacer ningún cambio o reforma de fondo. Esa fue la “promesa básica” de todos los candidatos opositores. Por eso el señor García Linera dijo lo que dijo: que “no tienen proyecto alternativo”, lo cual es muy cierto, comenzando porque ¡lo dicen ellos mismos! Y es lo que se ve y se observa, a simple vista, de bulto y sin anteojos, ¡sin que nadie tenga que decirlo!
O sea: se comprometieron firmemente a NO hacer ningún cambio o reforma de fondo. Esa fue la “promesa básica” de todos los candidatos opositores. Por eso el señor García Linera dijo lo que dijo: que “no tienen proyecto alternativo”, lo cual es muy cierto, comenzando porque ¡lo dicen ellos mismos! Y es lo que se ve y se observa, a simple vista, de bulto y sin anteojos, ¡sin que nadie tenga que decirlo!
Y fíjese bien, dijo: “La oposición” no
tiene proyecto alternativo; no dijo “La derecha” no tiene proyecto
alternativo. Quizá lo pensó, pero no lo dijo. Si lo hubiera dicho de esa
forma, entonces sí hubiese faltado a la verdad. ¿Por qué? No porque hay
proyecto alternativo, ya que no hay, sino porque no hay derecha; eso no
existe, ni en Bolivia ni en América latina. Dos candidatos hay aquí,
los señores Samuel Doria y Jorge Quiroga, que son “centristas”, de tinte
mercantilista el primero, y socialdemócrata el segundo, de esos que se
pasan la vida entera tratando de explicar y demostrar que “no son de
derecha”, como Macri en Argentina, Lasso en Ecuador, Lourdes Flores en
el Perú, los ex Presidentes Piñera y Uribe en Chile y Colombia, Aécio
Neves en Brasil, Capriles en Venezuela y tantos otros.
Y no son realmente; es la verdad. No son
de derecha porque no están embanderados con el capitalismo neto.
Algunos, y no todos, abrazan (pero sin decirlo) ese “Neo” liberalismo,
interpretación criolla del Consenso de Washington, y continuación del
estatismo por otros medios, que visto de lejos (de muy lejos) se parece
al capitalismo de libre mercado, pero no lo es: es Neo mercantilismo
nada más. En la economía resulta algo más “prolijo” que el viejo
Cepalismo; y por eso muchos gobiernos de izquierda lo aplican: les da
cierta estabilidad, que les permite el logro de dos importantes metas
sin temor a sobresaltos en la economía: una es la ansiada reelección
presidencial, y la otra es aplicar el marxismo cultural.
Pero si estos “centristas” no son de
derecha, y así lo dicen, ¿por qué tanto empeño en negarlo? Ah.. porque
se les acusa de ser “la derecha”. ¿Les acusa quién? La izquierda, obvio,
que inventa esa “derecha” que no existe, para tener a quien echar la
culpa tan pronto algún fracaso se haga muy evidente!
Pero no todo está perdido. Hay esperanza
en Bolivia. Quiero terminar con una nota de optimismo felicitando a
Andrés Ortega, candidato a Senador por La Paz, por su brillante campaña
allá en la ciudad asiento del Gobierno. Es un hombre íntegro, que no
tiene miedo ni vergüenza de decir la verdad sobre el capitalismo, el
socialismo y las medias tintas acomodaticias, aplicando “la lógica y la
razón”, como él dice. A futuro Bolivia cuenta con Andrés Ortega, caso
único en Latinoamérica (y conozco bien la región). ¡Éxito Andrés el
domingo!