Por: Hugo Balderrama
Los hombres tenemos una diferencia natural de talentos y capacidades, Dios nos creó únicos e irrepetibles, se imagina que aburrido seria el mundo si a todos nos gustara la mismas películas, las mismas canciones y la misma comida. Lo natural es que cada ser humano explote sus talentos y elija su propio camino para potencializarlos (aunque en muchos casos dicha elección sea para degradarse), de la elección de esos cursos de acción es que tendremos una variedad de productos y servicios ofertados en un proceso complejo al que llamamos mercado, es decir la actividad comercial es algo inseparable de todo grupo humano.
Las grandes religiones Abrahanicas, (Judaísmo, Cristianismo e Islam), reconocen esa actividad natural y sobre todo establecen diques y barreras para que la misma no sufra intromisiones de ninguna índole (sobre todo del gobierno) pero también nos brindan marcos jurídicos para la convivencia civilizada entre personas prohibiendo el robo y el fraude. La economía libre es el sistema más eficiente para la producción y distribución de bienes y servicios, pero también es el más justo porque obliga al productor a satisfacer los deseos del consumidor. La propiedad privada que es la condición para que existan mercados abiertos permite asignar los escasos recursos para que sean administrados por las manos más eficientes para producir lo que demanda la gente, los que dan en el blanco son aquellos que en un momento determinado verán crecer sus patrimonios, en cambios los que no incurrirán en quiebras esto suele pasar en un mercado competitivo donde el empresario debe complacer al consumidor si quiere permanecer en el juego, todo esto se desmorona cuando aparecen los empresarios mercantilistas que viven en las oficinas públicas buscando el favor del gobernante de turno, esto siempre se traduce en mercados cautivos (aranceles a la importación, o monopolios artificiales), que son un robo disimulado al bolsillo del vecino, en especial de los más pobres, debido a que compramos menos y de peor calidad.
Por eso el Supremo Creador ordeno el servicialismo y prohibió el parasitismo que es impulsado por el estatismo, como lo muestran los textos sagrados por ejemplo en Deuteronomio (viii-18) “acuérdate que Javeh tu Dios, es quien te da fuerza para que te proveas de riqueza”. En 1 Timoteo (v-8) “si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe”, en el Islam (la fe que este escriba practica) se encuentra valiosos elementos que respaldan el progreso económico a través del esfuerzo personal, la riqueza en el Islam se considera como un regalo de Dios. Es Dios quien le provee a la persona como premio al uso de los talentos y virtudes, como lo muestra el siguiente hadiz del Profeta Muhammad “La riqueza no disminuye a causa de la caridad, y Dios incrementa a Su siervo en honor cuando él perdona a los demás. Y nadie se humilla ante Dios sin que Dios lo eleve (en estatus)”, el Corán también encontramos grandes alegatos a favor de la economía de mercado, ya que ordena el cumplimento de los contratos comerciales junto el respeto a la propiedad privada como rezan las aleyas “Ustedes los creyentes cumplid con sus contratos y obligaciones”(5:1), y “No devoren sus bienes injustamente unos a otros, ni sobornes con ellos a los jueces para devorar ilegalmente la hacienda ajena” (2: 188)
El sistema de economía abierta o capitalismo liberal, es el que permitió los milagros económicos de Chile y los dragones del Asia, es al que de manera parcial y reducida está recurriendo Cuba para salvar el hambre de sus ciudadanos, es el sistema que una vez hizo grande a la Argentina y EEUU y finalmente es el modelo económico que Dios ordeno, o usted piensan que Marx, Keynes, Krugman o los Cepalistas saben más de economía que el Supremo Hacedor.