lunes, 8 de septiembre de 2014

El embrutecimiento y su remedio


Por: Alberto Mansueti
Es cierto que somos cada año más brutos? (La gente en general, en todos los países). Parece que sí, y es resultado de la mala educación. Según los Informes PISA, y desde hace mucho tiempo, la tendencia en el rendimiento de los estudiantes de enseñanza elemental y media, en todo el mundo, medido con pruebas idóneas y validadas con precisión, es a la baja: cada año más ignorantes, y menos capaces de razonar.
PISA es el Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes, que a nivel mundial hace la OCDE, Organización de Cooperación Europea.
¿Pero desde cuándo pasa esto? Desde hace mucho tiempo, pero sobre todo desde que los gobiernos introdujeron los métodos pedagógicos “progresistas” de la llamada “Nueva Educación” en las escuelas y liceos de todo el mundo, hace ya más de medio siglo. ¿Y por qué? ¿Qué se pretende? Varios autores han dado la respuesta, desde hace años, por ej. el profesor John Taylor Gatto, un maestro de escuela en New York que descubrió la trampa, escribió en 1991 el libro Dumbing Us Down: The Hidden Curriculum of Compulsory Schooling, o sea: “Hacernos estúpidos, la Agenda Oculta de la Educación Obligatoria”.
El objetivo declarado de los nuevos métodos era “enseñar a pensar”; pero han logrado todo lo contrario. Y no fue un error. Las élites mundialistas querían “la dirección científica de la sociedad”; es la planificación, dirección y control central de la economía que preconiza el socialismo, pero llevada mucho más allá del área de la economía, a todas las esferas de la sociedad: desde la cultura y las artes hasta el deporte y el entretenimiento, pasando por la atención médica y el “medio ambiente”, el matrimonio y la familia, y por supuesto el dinero, la banca y las finanzas, la educación en todos sus niveles, y hasta la religión.
Pero para esto se requiere un tipo de ciudadano que sea capaz de entender y obedecer las órdenes pero no pensar por sí mismo, lo que sería contraproducente. En este proyecto, “pensar” es una tarea reservada nada más a los jefes, los Gobiernos, las élites. Como en un ejército, las órdenes están para ejecutarlas, y las voces de mando para cumplirlas, no para discutirlas, razonarlas, criticarlas o cuestionarlas.
Las escuelas están bien diseñadas para producir adultos regularizados y estandarizados, cuya conducta pueda ser predecible y controlada. La “Nueva Educación” no ha sido educación; ha sido una política llevada a la educación, explica el profesor Gatto, y no cualquier política sino muy en especial el radicalismo de izquierda, ahora el marxismo cultural, contrario a la cultura y a la civilización occidental. Su meta no ha sido educar sino politizar, adoctrinar en esa corriente política. E inhibir la capacidad de razonar, y de cuestionar las pésimas teorías de las izquierdas, en educación y en todo otro terreno. La educación no ha sido un fracaso, ha sido todo un éxito, a juzgar por sus resultados: electorales. ¡Fíjese como pese a la caída del Muro y el colapso de la URSS, los socialistas siguen ganando elecciones, en todo el mundo!
¿Y cuál es el remedio? El retorno a la Educación Clásica. Y mientras no pueda haber escuelas privadas que enseñen según el curriculum clásico, tendrá que ser en el hogar: el homeschooling o enseñanza en casa.
Dorothy Sayers nació en Oxford, Inglaterra, en 1893. Falleció en 1957. Fue en su tiempo una gran pedagoga, que investigó muy a fondo todo este espinoso asunto. Siempre tuvo muy clara la solución para este problema: el regreso a la Educación Clásica, que propone en su famosísimo ensayo del año 1947: “Las Herramientas Perdidas del Aprendizaje”. Muchas instituciones que apoyan la “Educación en Casa” han elaborado Guías para Padres en este lineamiento propuesto por la Sayers; se consiguen por Internet.
Pese a todo lo malo que se dice de la Edad Medía, en ese tiempo se tenía mucha seguridad acerca del objeto y orden correcto del proceso educativo. El Sílabo se dividía en dos partes o secciones: el Trivium primero, y luego el Cuadrivium. Y el primero en tres: Gramática, Dialéctica y Retórica, en ese orden. La Gramática era aprender un idioma, no el propio materno sino el común, en esa época el Latín, pero como medio por el que se ordena y se expresa el pensamiento. Dialéctica y Retórica no son “asignaturas” sino métodos para tratar con las asignaturas. Porque el Trivium tenía el propósito de enseñar al estudiante el uso apropiado de las “herramientas del aprendizaje”, antes que comenzar a aplicarlas a las “asignaturas” del Cuadrivium, que eran Historia, Geografía, Literatura, Matemática y Ciencias.
“Gramática” era para aprender un idioma; pero no como para pedir una comida al mesero en un idioma extranjero, sino la estructura de una lengua, de todo y cualquier idioma, lo que es armarlo, cuáles son sus elementos componentes, sujeto, verbo y predicado, etc., sus correlatos lógicos. Y aprender a ponerlos juntos y en orden, e identificar cómo es y cómo funciona la estructura. En “Dialéctica”, no en el sentido de Hegel sino de Sócrates, se aprendía cómo usar el idioma: como definir bien sus términos y hacer las declaraciones más precisas; cómo construir un argumento en favor o en contra de una cierta posición o declaración determinada, y como detectar si hay o no falacias en el discurso. La Dialéctica comprendía la Lógica y la Disputa. Y en “Retórica” se aprendía a expresarse en ese idioma: cómo decir lo que tenía que decir de manera clara, y a la vez elegante, bella, sugerente y persuasiva.
Esas eran las tres “herramientas” que servían para identificar los razonamientos tramposos de los “sofistas” en la prensa y los medios, en el Liceo y en la Universidad, en la política, en los púlpitos de las Iglesias. Y en el “entretenimiento”, que no es tan inocente como parece. Pero estas valiosas herramientas, al servicio de nuestras libertades y nuestro patrimonio, se han perdido. Hace tiempo. No las tenemos, y desde hace mucho. Y el embrutecimiento es el resultado de esa pérdida.